Paco Melero combina la técnica del pirograbado, aplicada sobre materiales como la madera o el cuero, con una fascinación personal, fresca e intuitiva, por la geometría, y se adentra en el pasado continuo andalusí desde los reflejos del guadamecí omeya.

Sus piezas, de elaboración minuciosa, siguen en su trazado el ritmo de un rastro de fuego que guiado a mano alzada configura diseños infinitos, tonalidades sutiles, a medida que el paso, preciso y constante, de la aguja, va sustrayendo materia. Buscan los lugares cotidianos emulando las viejas arquitecturas y, sin preocupación alguna por la escala, tamizan los espacios más abiertos, los rincones, lo pequeño, en una profusión repetitiva de motivos y variaciones a modo de mandalas, rosetones, dinteles, olambrillas.

Cordobés, vinculado a estas tierras que ha ido apercibiendo en torno a su legado árabe, con Los Jardines de la Humanidad recrea la figura de Al-Idrisi y se detiene en su tiempo buscando en los aromas del presente la esencia que perdura y que “entretiene al alma”.  Su Jardín de los Gozos, dibujado en el trayecto de un patio cordobés a un manantial abundante que brota entre flores, Narixa, deviene geometría, enlazando el al-Ándalus califal con el de los campos de azúcar y el del guadamecí con el de la seda.