Mirada de artista

Cada uno es artista por algo, para algo, en algo o de algo. El arte es el mediador de lo inexpresable y todos te­ne­mos, a veces, cosas que no podemos manifestar con los lenguajes habituales, sin­tiéndonos obligados a uti­lizar una manera diferente a lo conocido para expre­sarnos. Eso es lo que llamamos ‘arte’.

La ermita del Patrón

(Publicado en Sur el 9 de marzo de1982)

Desde que el ataque atroz de la in­cultura, casada como otras ve­ces con la fría especulación, hi­ciera, hace apenas un mes, ro­dar por los suelos y saltar por los aires las nobles piedras del edificio carmelitano veleño, Vélez-Málaga vive un luctuoso trance de dolor, luto, lamentos y confusión. ‘El Carmen’ ha muer­to, y algo de todos los ve­le­ños ha muerto también. ‘San Jo­sé de la Soledad’ era un sím­bo­lo. Se destrozó la Puerta Real -úni­ca de las cuatro de la ciu­dad medieval que per­ma­necía en pie- y se le llamó “error que no se repetiría”. Se des­tro­zó el patio de armas de la For­ta­le­za veleña -doce siglos de his­toria do­lorida- y se le llamó “qué le va­mos a hacer”. Ha caí­do sin dig­nidad el Convento del Car­men -corazón urbano de la ciu­dad nueva- y se le ha lla­mado “si­lencio administrativo”, “con­senso de cuatro de los cin­co partidos” en el actual ayun­ta­miento, “intervención qui­­­rúr­gica necesaria”, etc., etc. ¡Qué facilidad tenemos en este Vélez de nuestros amores para ponerles nombres a las ignominias!

Extraña vida

Qué extraña es la vida. La mayor parte de ella la pasamos sintiéndonos  espectadores de la misma, observadores de lo que pasa a nuestro alrededor, admiradores de las novedades que ocurren…; cuando, real­mente, lo que somos, lo que realmente somos, resulta escasamente protagonista del acontecer que nos envuelve. Y es que, en este trajín imparable que mantenemos, olvidamos, a veces, las cosas realmente importantes, las que especialmente son valiosas, por las que vale la pena vivir, por las que tiene sentido ser y estar. La relación de estas cosas sería fácil de consensuar entre todos: salud, familia, amor, amigos, ilusiones… 

El trenecito de Larios

Sabemos que el tren sub­ur­ba­no llegó por primera vez a To­rre del Mar en enero de 1908. Un par de años más tarde, cuando corría el de 1910, la Sociedad Azucarera Larios solicitó al Ayuntamiento de Vélez-Málaga el uso de suelo público para la construcción de una pequeña vía de 600 metros de extensión, con la finalidad de instalar un pe­queño tren que pretendía uti­lizar como servicio de apoyo de la fábrica de azúcar de Torre del Mar. Su finalidad era trasladar el azúcar importado en crudo desde Cuba, que llegaba en sacos a la estación de los suburbanos a Torre del Mar, y se trasladaba hasta los almacenes de la fábrica. Dicho azúcar crudo cubano, se refinaba más tarde, fuera de la época de la zafra.

Mentalidad de servicio

Existen distintas maneras de entender la vida. Todos somos conscientes de ello. Y esas maneras tienen mucho que ver con las diferentes men­ta­li­da­des que afloran y se ex­tienden en nuestra sociedad. Hay humanos que pasan la vida buscando el provecho propio, la ventaja que le ofrece el acontecer..., olvidando si las dichas ventajas perjudican a los demás… Y hay otros hu­manos, por el contrario, que cruzan por la vida intentando ser útiles, olvidándose de egoís­mos, rapiñas y co­rrup­te­las, y ayudando a los próximos y defendiendo al grupo, a la tribu, eligiendo lo mejor para la mayoría, aun a costa de renunciar a ventajas propias previsibles, o posibles. 

La obra de San Juan

El comienzo inminente de las obras precisas, por seguridad, en la iglesia de San Juan Bau­tis­ta de Vélez-Málaga, nos in­vita a reflexionar sobre este tem­plo principal, admirable por su antigüedad, dimen­sio­nes, arte e historia. Un templo que ha sido testigo del...

El reloj de San Juan

El popular reloj de la torre del templo de San Juan Bautista de Vélez-Málaga, fue instala­do tras la Guerra Civil (1936-1939) gracias a la iniciativa y donación del veleño Francis­co Gómez de la Cruz, según las noticias y documentación que nos proporciona nuestro ami­go, y gran veleño, José Luis Piédrola.