El cementerio

Un dicho popular nos recuerda a los andaluces que “más asusta el aparato que rodea a la muerte, que la muerte misma”.

De siempre el culto a los muertos ha sido una constante en todos los tiempos y en todas las latitudes. Las creencias en un más allá, toda la parafernalia que rodea a la muerte, las ceremonias fúnebres, los duelos, los enterramientos, etc., tienen mucho en común a lo largo y ancho de Andalucía. En la comarca de la Axarquía, el culto a los muertos no ha diferido mucho del típico de otras tierras del sur.

Los diferentes aspectos antropológicos y sociológicos del culto a los muertos suelen quedar plasmados en los cementerios, en esos espacios destinados a recibir los restos mortales de quienes se marchan para siempre de esta vida. Antes de la creación de los cementerios los cadáveres eran enterrados, según las distintas clases sociales, en las iglesias, en las propias casas, en los huertos... 

El cementerio de Vélez-Málaga se crea en 1804, tras la terrible epidemia de fiebre amarilla que asoló estas tierras a comienzos del siglo XIX. Y se hace junto a la ermita de Nuestra Señora de la Cabeza, en la zona noroeste de la ciudad. El Diccionario de don Pascual Madoz (Madrid,1845) nos da las primeras noticias al respecto: “... Ermita y cementerio situado en la parte occidental y a medio cuarto de hora de la población, sobre una pequeña colina que descuella en la llanura. Tiene una atrio de tres arcos, y consta de una sola nave de bastante solidez, con veinte varas de longitud y siete de latitud, habiendo un capellán a su servicio. Al costado derecho de la iglesia y bien ventilado se encuentra el cementerio, que construyó la municipalidad en el año de 1805...”.

En 1852 se fecha un plano de José Trigueros, con proyecto de cementerio en Vélez, conservado en el archivo de la Academia de San Fernando, citado por Cardiñanos en Fondos documentales para la Historia del Arte en Málaga y su provincia, aparecido en la página 274 del Boletín de Arte nº 11.

En la extraordinaria obra Cementerios de Andalucía. Arquitectura y Urbanismo, (Sevilla, 1993) publicada por la Consejería de obras Públicas y Transportes, Dirección General de Arquitectura y Vivienda, se da como punto de partida de un cementerio estable en Vélez-Málaga, la fecha de 1857, lo que indica que, para entonces, las obras municipales de comienzos del XIX no habían resistido bien el medio siglo de vida. Pero la fecha no nos parece correcta.

Don Agustín Moreno, contemporáneo del proyecto de Trigueros, nos informa que dicha reforma no se llevó a cabo. En la página 71 de su Reseña Histórico-Geográfica de Vé­lez-Mála­ga y su partido, (Málaga, 1865) nos dice que “...A la parte sur de la ermita está el cementerio construido en 1805. Aunque pequeño es bastante ventilado y al presente se tiene en él un particular esmero. No hace mucho tiempo que hubo un proyecto de reforma, que quedó en proyecto...”.

La ermita de Nuestra Señora de la Cabeza y el cementerio sí tuvieron una reforma importante en 1867 que le dio el aire neoclásico que al presente se observa, en correspondencia con el otorgado a la Iglesia de San Juan en la gran reforma de 1853, posiblemente por los mismos albañiles y bajo la misma dirección técnica.

Unas inscripciones lapidarias a las entradas del cementerio rezan así: (A la izquierda) “CEMENTERIO PÚBLICO.

Se erigió este cuadro por el Ayuntamiento en 1806. Se restauró en 1867”. (A la derecha) “CEMENTERIO PÚBLICO.

Se erigió este cuadro por el Ayuntamiento en 1867. Se restauró la Ermita en el mismo año”.

En las rejas de hierro que poseen ambas portadas, figura igualmente la fecha de 1867.

Así pues, hay que concluir que el cementerio de Vélez-Málaga, que fue construido a comienzos del siglo XIX, a resultas de las terribles fiebres amarillas que produjo una inmensa cantidad de defunciones en la ciudad, fue restaurado, grandemente, sesenta años después, a la vez que su ermita, tomando la forma definitiva que hoy vemos.