Fray Ricardo Escaño
Los franciscanos están presentes en la ciudad de Vélez-Málaga desde finales del siglo XV en tiempos de la conquista castellana de la ciudad por los Reyes Católicos, los cuales les construyeron el “Real Convento de Santiago” y que fue adjudicado en uso a esta orden del de Asís.
Pero no son muchos los veleños que han ingresado a lo largo de los tiempos en esta Orden regular, que, por otra parte, siempre ha sido muy querida y respetada por los veleños, salvo en los tiempos a olvidar de la contienda civil, donde algunos de ellos fueron víctimas de la barbarie bélica.
Tenemos noticias, y vamos a referirnos a él, de un fraile natural de la capital de la Axarquía, llamado Ricardo Escaño Roa, que muriera en Tánger, en el hospital español, el domingo 14 de noviembre de 1960.
El padre Ricardo nació en Vélez-Málaga el 1 de enero de 1895, y con trece años abrazó la vida religiosa ingresando en el seminario seráfico de Chipiona (Cádiz) donde creció y llevó a cabo sus estudios eclesiásticos, siendo ordenado sacerdote el 15 de septiembre de 1918.
Fue enviado por la Orden a las misiones de Tierra Santa y allí permaneció durante ocho años ocupado en los distintos santuarios encomendados a los franciscanos en los principales tierras palestinas. Tras regresar a España por problemas de salud, en 1933 fue enviado a Marruecos, destinado a Rabat, Nador y, más tarde a Targuist, donde fue nombrado párroco. El 15 de octubre de 1945 fue nombrado párroco y presidente de la Misión Católica de Casablanca, donde desempeñó una entrañable labor.
A su muerte, tras una cruel enfermedad que se lo llevó en pocos meses, el Cónsul General de España, don Teodoro Ruiz de Cuevas, hizo público un escrito titulado “Un amigo y un patriota” en el que textualmente decía:
“…La muerte de nuestro querido e inolvidable Padre Ricardo deja en esta colonia española un profundo vacío. Con él se nos ido el amigo entrañable, el consejero sereno y ecuánime, el protector de los humildes y de los desgraciados. Siendo esto mucho, no es nada todavía comparado con el profundo dolor de todos cuantos le queríamos hemos de sentir al convencernos que su desaparición nos va a privar del contacto con su alegre y limpio optimismo que tanto bien nos hacía.
Por eso, al pedirme el Reverendo Padre Superior de esta Misión Católica Española unas líneas en su memoria, tengo que decir que si la orden pierde un hijo predilecto, España ha perdido también a uno de esos misioneros de temple heroico, humilde y grande a la vez, que hicieron posible la evangelización de todo un continente, descubierto y colonizado por el genio de nuestra raza; y que la colonia española de Casablanca, en fin, se ha quedado sin un padre espiritual. Descanse en paz…”.
Su funeral, en la cripta de la catedral, a las diez de la mañana, fue presidido por el Arzobispo, monseñor Aldegunde, con autoridades provinciales y consulares, y en presencia de numerosos religiosos y religiosas.
Después de la ceremonia religiosa se formó el duelo, que estaba presidido por el Jefe de Gabinete del Gobernador señor Dalero, en representación de S. E. el señor Jatib; el arzobispo monseñor Aldegunde; ministro plenipotenciario, cónsul de España en Tánger, don José María Bermejo, y el ministro cónsul general de España en Casablanca, don Teodoro Ruiz de Cuevas.
Finalmente el cadáver fue trasladado y enterrado en el cementerio de Bubana.
(Gracias a la veleña Remedios Muñoz, que nos ha proporcionado las notas biográficas, las hojas parroquiales y los recortes de prensa, con los que hemos podido componer esta reseña del franciscano veleño Fray Ricardo, cuya memoria deseamos se conserve en los anales de su ciudad natal y en los corazones de sus familiares y amigos).