La Calle de las Monjas

Artículo de Francisco Montoro

En el mismo corazón urbano de Vélez-Málaga, la Calle de las Monjas es una de las de más sabor y abolengo de la ciudad. Su nombre común no coincide con el  oficial. Popularmente recibe la nominación de ‘las monjas’ por la existencia de la congregación de religiosas franciscanas clarisas en el Real Monasterio de Nuestra Señora de Gracia; pero, oficialmente, la calle se llama Félix Lomas, en memoria del abogado axárquico, y diputado a Cortes por el distrito veleño, que logró, entre otras cosas, una rebaja de impuestos para los contribuyentes de estas tierras.

Urbanísticamente, es significativo que la Real Feria de San Miguel se celebrara hacia 1865 en esta calle, con motivo de lo cual se compone la misma en 1861, según nos informan las actas municipales.

Es una de las calles más hermosas, y armonizadas, de la ciudad, y, aunque estrangulada en la parte sur, en su transformación con la calle Alcalde José Herrera, y mal resuelta por los condicionantes urbanísticos en la parte norte, en la llamada ‘cuatro esquinas’, es relativamente ancha, bien conformada, con personalidad muy definida, y extraordinariamente vistosa durante los eventos festivos locales, desfiles de Semana Santa, visita de los Reyes Magos, desfile de carnaval, etc., etc.

Observada desde abajo, desde la conocida ‘tribuna de los pobres’, es durante la semana mayor cuando alcanza su máximo esplendor, especialmente desde la últimas obras que la han embellecido y recuperado en todos sus aspectos, iluminación, acerado, ado­­­­quinado...

Los edificios son, casi todos, del tipo característico de este entorno, destacando sobremanera el citado monasterio de Nuestra Señora de Gracia, construido, en principio, como un segundo convento de clarisas, bajo el nombre de monasterio de la Purísima Concepción, por encargo testamentario de doña Beatriz de Arellano. Fue su constructor Pérez Caravallo, y, con motivo de la tormenta del 6 de octubre de 1554, que dejó en situación muy precaria el de Nuestra Señora de Gracia, en la Villa, se propició la reunificación de ambos monasterios, el existente y el proyectado.
El edificio, de grandes dimensiones, posee una iglesia de una sola nave, con sacristía y coros de clausura, un extraordinario claustro interior rectangular de excelente factura mudéjar, dependencias varias para la comunidad y un pequeño huerto.

Durante años las clarisas regentaron unas escuelas, en el ‘compás’, que, tras la llamada a la clausura estricta por parte de las autoridades eclesiásticas, debieron ser transformadas en otras estrategias laborales, concretamente en una lavandería en seco, con la que han subsistido económicamente las religiosas.

El comercio no ha sido nunca el fuerte de esta calle, quizás por su proximidad con la calle de las Tiendas, y su carácter residencial ha sido prevalente en casi todas la épocas. También fue muy significativa la fábrica de bronces de Antonio Pérez Almendros, ya desaparecido, como también los desaparecidos electromuebles ‘Los Veleños’ y la joyería de Fausto Santaolaya, si bien esta última por traslado a la principal Canalejas. 

No obstante, en los últimos años se están configurando perfiles de servicios varios, tales como asesorías fiscales, agencias de seguros, y otros, que culminaron, con la restauración y adecuación del antiguo ‘Colegio de la Presentación’ donde se ha instalado el CAC (Centro de Arte Contemporáneo), maravilloso lujo cultural de la ciudad.

Entre los muchísimos personajes que han vivido en esta calle, quisiéramos recordar a don Luis Téllez, médico, marino, maestro y periodista por vocación, autor de una Historia de Vélez-Málaga y que muriera hace varias décadas, en septiembre de 1980.