El reloj de San Juan
El popular reloj de la torre del templo de San Juan Bautista de Vélez-Málaga, fue instalado tras la Guerra Civil (1936-1939) gracias a la iniciativa y donación del veleño Francisco Gómez de la Cruz, según las noticias y documentación que nos proporciona nuestro amigo, y gran veleño, José Luis Piédrola.
Este popular artilugio que durante siete décadas ha servido para marcar los tiempos vitales en la capital de la Axarquía, tiene su origen en la iniciativa y entusiasmo, como decimos, de un veleño que en la década de los años treinta fue alcalde de Vélez-Málaga, entre el 23 de abril de 1938 y el 16 de junio del mismo año, por el corto periodo de cin-cuenta y tres días, cosa típica de aquellos tiempos convulsos, durante los que, en el periodo de tres años, Vélez-Málaga tuvo diez alcaldes.
Don Francisco Gómez, en el tiempo que fue alcalde, solicitó un proyecto y presupuesto a Sevilla, a Rafael Torner, relojero oficial de la citada capital andaluza, que respondió el 30 de enero de 1940, cuando don Francisco ya no era alcalde. El presupuesto ascendía a un total de 14.850 pesetas, si bien quedaba redondeado por oferta en las 14.000 pesetas justas.
La maquinaria proyectada era de ‘Manufacturas Blasco de Relojes Públicos’ (Roquetas-Tortosa) de la que era concesionario en Sevilla el señor Torner, e incluía viguetas, soportes, engranajes de ángulos, planchuelas, galetes, etc., etc. Todo un conjunto de elementos fiables que componían una maquinaria precisa y ‘duradera’.
Para el estudio previo, el relojero sevillano giró visita a Vélez-Málaga el 22 de enero de 1940, reconociendo in situ, lógicamente, la torre del templo, llegando a la conclusión de que “…la posición estratégica que ocupa y las excelentes condiciones que reúne…” hacía muy recomendable la instalación, reafirmándose en el tipo de maquinaria que había previsto, no solo por su precisión, sino, también, por su calidad, suponiéndosele una durabilidad de unos doscientos años, si se le llevaba a cabo el mantenimiento indicado.
Finalmente, el reloj fue instalado e inaugurado el 8 de junio de 1941, según consta en una placa de bronce conmemorativa que ha llegado a nuestras manos, en la que queda constancia del pagador del artilugio y de la fecha de inauguración. Su texto reza así: “Donado por don Francisco Gómez de la Cruz. Inaugurado el 8 de junio de 1941”.
El 19 de octubre de 1984, a petición del ayuntamiento, el relojero veleño Fausto Santa-Olalla presentó un presupuesto de reparación o renovación que se pretendía llevar a cabo con prontitud, pensando en la inauguración para el 31 de diciembre del mismo año. Pero el tema quedó en el olvido y el 20 de octubre de 1986 la prensa informaba de que la cofradía del Cristo de los Vigías iba a regalar un reloj electrónico para la torre de San Juan.
Y así, el Viernes Santo de 1987, coincidiendo con el 50 aniversario de la fundación de la cofradía, se inauguró el reloj electrónico anunciado, que contaba con el aliciente de dar las horas con música de verdiales. Un reloj electrónico, tipo carrillón, sincronizado para que suenen horas y cuartos, controlable desde la sacristía del templo.
Pero unos años después, siendo hermano mayor de la cofradía José Antonio Martín González, dado que los veleños añoraban el tradicional sonido de las campanas y no la música megafónica, se llevaron a cabo las modificaciones pertinentes con los servicios de la empresa ‘Servitel Andaluza de Relojes S. L.’ con un coste de 300.000 pesetas, que costeó la cofradía.
Así pues, el reloj de San Juan, con modificaciones varias, tiene 75 años de vida. Menos de la mitad de lo que se preveía de durabilidad en su equipo de origen.
Aún recuerdo de muchacho que mi amigo Emilio Ávila ayudaba a su padre en el mantenimiento del mencionado reloj.
Posiblemente, él pueda darnos al respecto valiosas noticias. En cualquier caso, los veleños, acostumbrados a las campanas de San Juan, celebrarían con alegría cualquier atención al reloj, que podría ser protagonizada por la cofradía del Cristo de los Vigías, como nuevo servicio a la comunidad.
El viejo reloj es ya un hermoso patrimonio de todos, y aunque la cofradía del Cristo de los Vigías quedará ligada para siempre con el artilugio, no debería olvidarse que fue donado, inicialmente, por una sola persona, cuyo nombre, intención y desvelo no debiera olvidarse: Francisco Gómez de la Cruz.