El signo de los tiempos
Toda ideología, terrena o religiosa, tiene un fuerte componente emocional al que se aferran sus adeptos para tratar de imponerla a los demás. Hoy se puede decir que su forma expresiva es pacífica, bien a través de medios de comunicación convencionales o por las redes sociales, pero el fin último es convencer al otro, más allá de la racionalidad de la propuesta ideológica presentada. Y es que todo el mundo intenta concienciar al otro de algo, por su bien, ya que el apocalipsis lo venden como inminente, por lo que hay que tener una buena solidez intelectual y la suficiente madurez para evitar embaucadores interesados. Últimamente, los mensajes se superponen a tal velocidad que es imposible el debate sereno, el raciocinio político y la siempre necesaria pausa para analizar fríamente los problemas.
Desde niñas que avisan del fin del mundo a ofendidos por la opinión del otro, pasando por populistas que dicen lo que cada uno quiere escuchar, los altavoces mediáticos están copados por aquello que ZP llamaba “tensionar a la sociedad”... para que no le dé tiempo a pensar. Un ejemplo: Carrefour hizo bandera de la lucha contra las bolsas de plástico, después comenzó a cobrarlas, y ahora ‘propone’ otro tipo de bolsas de algodón aún más caras.
Concienciarnos para forrarse por nuestro bien. El signo de los tiempos.