Cultura islámica veleña
El florecimiento cultural de la España islámica se manifestó en todos los órdenes de la vida, y, en especial, en los sistemas constructivos, destacando las mezquitas y los palacios
El florecimiento cultural de la España islámica se manifestó en todos los órdenes de la vida, y, en especial, en los sistemas constructivos, destacando las mezquitas y los palacios. Menos llamativas que las construcciones, pero no menos importantes, son las actividades literarias y científicas que tienen lugar en el reino de Al-Andalus. Los conocimientos literarios de los primeros árabes llegados a la Península son limitados y, como en tantos otros campos, hay que esperar a los años de Abd al-Rahman I para que se difunda en la Península la poesía clásica árabe, cuyo canto de la vida del desierto y de la gloria de tribus y clanes se opone a la nueva poesía, abiertas a temas de la vida comunitaria que ya nada tiene que ver con el medio geográfico ni con la sociedad en la que surgió el islám.
El interés manifiesto de los califas por la cultura atrae a Al-Andalus a numerosos poetas, filósofos e historiadores, y, al favorecer la traducción de obras médicas y científicas del mundo antiguo, el cultivo de las ciencias se inicia tempranamente y con gran impulso.
En la Axarquía malagueña, la cultura en el Vélez musulmán floreció en modo muy relevante. Prueba de ello son las noticias conservadas de filósofos, poetas, historiadores, etc., que nacieron, o se asentaron, en estas tierras, y de los que ya dimos cuenta en 1982 en nuestro libro Cien Veleños Notables.
Según afirma el ilustre cronista malagueño del siglo pasado don Narciso Díaz Escobar, en 1226 muere en Vélez el escritor y pensador Albbar, llamado Aballah Ben Abderrhim Ben Abdelmelic el Zahari Abu Mohammed. También en el siglo XIII nace en Vélez Mohammed Ben Ahmed Ben Dand Abu Abdallah, conocido con el sobrenombre de “Aben Alkhamad”, que admiró a toda España con su erudición a través del libro Suficiente, una documentada obra sobre teología y cánones. Tras una larga vida de 74 años falleció en su tierra natal en 1312.
Del último tercio del siglo XIII es el veleño Ibn Al Murabi Al Azdi, considerado uno de los mejores poetas de la Andalucía musulmana. El académico de San Telmo, y veleño de adopción, Martín Galán Herrero publicó en 1984 un interesantísimo artículo sobre este poeta titulado “Ibn Al Murabi Al Azdi, poeta árabe del siglo XIII”. Inquieto y bohemio, gustaba de frecuentar los medios de los pícaros y los falsos mendigos. La única obra suya que se conserva, titulada La mâcâna de la fiesta, no se ha traducido al castellano hasta el presente siglo. En el año 1976, el historiador y arabista Francisco de la Granja, incluye la obra del veleño en su Macâna y risalias andaluzas, que ve la luz en Madrid.
Ibn Al Murabi recorrió en poéticas peregrinaciones toda la geografía del Al Andalus, cruzando el estrecho hasta África en varias ocasiones. Tras una agitada existencia regresó a Vélez-Málaga, donde murió a mediados del siglo XIV durante una epidemia de peste.
A comienzos del siglo XIV, en la Alquería de Pedroche, del término veleño, nació el notable historiador y poeta Alí Ben Mohammed El Hasani, cuya muerte se documenta en 1394, según se desprende de unas notas manuscritas que existen en el archivo Díaz Escobar, del, anteriormente mencionado, cronista malagueño del pasado siglo.
Contemporáneo del anterior es el también poeta Mohammed Ben Mohammed Ben Alí Almadhagí Abu Abdallah (1339-1385) famoso por su amor a la sabiduría. Su existencia transcurrió entre libros científicos, viviendo enteramente dedicado al estudio, con tal grado de apasionamiento que, según cuentan sus contemporáneos, gastó su fortuna en la compra de cuantos libros de cualquier tema llegaron a su alcance.
Cabe así mismo citar al veleño Mohammed Ben Mohammed Albalexi Ben Alí, que nace en fecha no precisa de la primara mitad del siglo XIV. Fue autor del códice Diálogos sabrosos e instructivos entre profesores de varias artes. De dicha obra se conoció, hasta el siglo XVIII, un ejemplar autógrafo en la valiosísima biblioteca del monasterio de El Escorial. El ilustre historiador malagueño, don Federico Guillén Robles, en su Historia de Málaga y su provincia, publicada en Málaga en 1874, en la página 248, dice lo siguiente:
“...Desde el juez hasta el alguacil, desde el sacerdote al muezzin, del músico al cantor callejero, desde el médico al enterrador, todas las artes, oficios, profesiones y magistraturas, tenían en aquel libro sus representaciones que llegaban al número de cincuenta y uno; cada cual de estos personajes ponía en las nubes su profesión y los demás descubrían sus vicios, ridiculeces y miserias que la misma llevaba consigo, valiéndose de expresiones cómicas y de dichos agudos...”.