El ruso y Lanza

Artículo de Francisco Montoro

Mediando el siglo XIX, en el año de 1845, visita la Axarquía un ilustre viajero ruso llamado Vasili Petrovich Botkin, que proyectaba escribir un libro del género de viajes. La visita, más que una visita en sí, al modo tradicional, fue un simple paso de viajero, a resultas de la casi obligada ruta de Málaga y Granada. Y la referencia a la Axarquía, que tardará un siglo en publicarse, no será sobre la ciudad, ni sobre la comarca, sino sobre un personaje de la época, muy curioso y significado: el cochero Lanza, del cual nos hablan otros viajeros a su paso por Vélez (Gautier, Frank Pfendler...).

Nuestro viajero era  hijo de un nego­ciante de té y había nacido en Moscú en el año 1811, dentro de una familia muy numerosa (catorce hermanos). A los veinticuatro años, tras abandonar el negocio familiar, inició una vida de incansa­ble viajero. Se dedicó primeramente a conocer su país y, a partir de 1834, recorrió ininterrumpi­damente Europa en varias ocasio­nes.  
En España permaneció desde el 11 de agosto hasta finales de octubre de 1845, visitando, por este orden, Madrid, Córdo­ba, Sevilla, Cádiz, Gibraltar, Málaga y Granada.  En Málaga estuvo en el mes de septiembre.
Su viaje fue recogido en el libro Cartas desde España, publicado en ruso en 1957, y traducido al francés, en París, en el año 1969, por el Centre de Recher­ches Hispa­niques, Institut d’Etudes Hispaniques.
La curiosísima referencia al famoso veleño Lanza nos transporta ciento cincuenta años atrás y, dada su singularidad e interés, la reproducimos a continuación, siguiendo la edición francesa, titulada Lettres sur L’Espagne (París, 1969) y la traducción del profesor Sinda Pino:

“... Me puse de acuerdo con Lanza, un trans­por­tista de mercancías entre Málaga y Granada, y le alquilé un caballo de silla. He aquí una particulari­dad más de las costumbres locales: todos en Málaga saben que Lanza ha sido contrabandista y que ha estado cons­­­tan­­temente relacionado con las bandas de salteadores que actuaban entre Málaga, Ronda y Granada, pero no es menos cierto que Lanza goza aquí de confianza y respeto universales. Nunca, siendo él intermediario, las mercancías expedidas ni los viajeros que iban con él han sido robados. Sin duda, el calculador Lanza cobraba más caro, igual que las diligencias españolas que en la época en que las bandas de salteadores hacían estragos en los caminos, pactaban acuerdos con ellas para la seguri­dad de los viajeros, y pagaban un tributo a los bandidos, aumentando a cambio el precio del viaje. Ahora puede decirse que las carreteras españolas están limpias de estos bandoleros, pero las diligen­cias, sin embargo, no han bajado sus precios, y desde este punto de vista un viaje en España cuesta bastan­te caro.

Lanza va habitualmente a Granada los sába­dos, y todos los que salen a caballo se unen a él. Aunque en esta parte de Andalucía ya no se oye hablar de bandi­dos, la imaginación está repleta de historias sobre ellos hasta tal punto que cualquier viaje se parece aquí a una especie de aventura... (...)

Todos llevaban chaquetas andaluzas, pero Lanza se distinguía de los demás por su magnífico traje de “majo”: chaqueta marrón, bordada de arabes­cos de terciopelo multicolor; pantalón ajusta­do azul que le llegaba a las rodillas, con botones de plata sobre las costuras, medias blancas y borceguíes recubiertos de polainas que le subían hasta las rodillas, de cuero amarillo y floreados, con borlas anunciadas sólo arriba y abajo, de suerte que se veían las medias en la panto­rrilla; largas espuelas de caballero; un chaleco de seda carmesí con muchos botones de plata colgando; en el cuello un pañuelo de seda roja anudado por un anillo de oro; en la cabeza llevaba atado a la andaluza un turbante multicolor cuyos bordes flotaban por detrás bajo el sombrero andaluz. Aquel era el perfecto traje del dandy andaluz...”.

Vasili Petrovich Botkin murió en San Petersburgo en el año de 1869.