La obra de San Juan

El comienzo inminente de las obras precisas, por seguridad, en la iglesia de San Juan Bau­tis­ta de Vélez-Málaga, nos in­vita a reflexionar sobre este tem­plo principal, admirable por su antigüedad, dimen­sio­nes, arte e historia. Un templo que ha sido testigo del acon­tecer del último medio milenio de la capital de la Axarquía y por el que han transitado di­versas épocas, acontecimientos, personas e ideas.
     Y es que, en cuanto a su aspecto, tiene la originalidad de no ser una iglesia, sino dos, una dentro de otra. Y ello es así porque, a mediados del siglo XIX, siendo un veleño ministro del Reino de España, éste consiguió una subvención del Estado con la que se le hizo una enorme reforma que nos llevó al edificio presente, que es el caso que nos ocupa. El templo gótico-mudéjar que se construyera a mediados del siglo XVI, fue transformado en otro al gusto neoclásico renovado, propio del momento, y que modificó columnas, paños, techos, arcos, etc. de modo que quedó, finalmente, una iglesia neoclásica dentro de otra gótica. De tal modo que el templo tiene dos techos distintos, uno por fuera y otro por dentro. La cámara intermedia que quedó oculta, y que hoy, aunque con reparos, es visitable, dan fe con toda exactitud de lo que decimos.
     Aún  recuerdo algunas anécdotas al respecto cuando con­tá­ba­mos esto Francisco del Pino y yo, en los años setenta -hace casi medio siglo- en nuestro libro Monumentos de Vélez-Málaga; hasta el punto de que uno de los sacerdotes, intrigado por la información, no paró hasta encontrar la manera de acceder a la ‘zona intermedia’ donde aún se pueden admirar los remates de las arcadas góticas y el valioso artesonado mudéjar.
     Fue el maestro de primeras letras don Agustín Moreno Rodríguez, en su libro Reseña Histórico-Geográfica de Vélez-Málaga y su partido (Málaga,1865), quien nos informó de los detalles. Dicho libro, verdadera joya de la historia veleña, era desconocidísimo por los escasos ejemplares que habían logrado sobrevivir, y que actualmente, desde 2006, se ha convertido en asequible, dado que fue el número 1 de la Colección ‘Libros de la Axarquía’, con el título La Historia de Vélez-Málaga de don Agustín Moreno, y, por tanto, está hoy al alcance de todos.
     Nos cuenta Moreno Rodríguez cómo el ministro veleño don Federico Vahey, logró cien mil pesetas del presupuesto general de la nación, que, unidas a multitud de limosnas y aportaciones singulares de familias veleñas, permitieron ‘la gran reforma’ de la que hablamos, que fue culminada, tras siete intensos años, siendo el obispo de Málaga Monseñor don Juan Nepomuceno Cascallana, quien la bendijo terminada el 2 de febrero de 1860, con grandes solemnidades.
     Coincidió la muerte de don Federico con la finalización de las obras, de modo que el cadáver del ilustre veleño fue trasladado desde Madrid a Vélez-Málaga y enterrado en el templo de sus amores.
     Hoy, ciento sesenta años después, aquel templo reformado, de sólida construcción y larga historia, con sus tres naves y 48 metros de longitud, necesita que sus techos y paños sean restaurados para remediar el peligro que le acecha. 
Los veleños -creyentes o no- tenemos obligación de co­la­bo­rar con su obra de salvación, porque, independientemente de su carácter eminentemente religioso, es, además, un  ex­traor­dinario monumento his­tórico-artístico, foco de difusión cultural y de animación urbana, alentador del respeto y conocimiento de lo que fuimos, y testigo elocuente de los últimos siglos de nuestro acontecer.
     Las cofradías, que tanto usan de este templo, y que lo defienden y cuidan, tienen ahora una tarea de primer orden para protagonizar el proceso, para devolver parte del alma de  lo que son, para demostrar que en ellos arde algo más que cera penitencial.
     El párroco actual, el presbítero don Francisco Sánchez, con entusiasmo sin límites y empujado por la necesidad más patente, pide incansablemente la colaboración de todos.
Y así, el cura, el Ayuntamiento, el Obispado, la feligresía, las cofradías, el mundo de la cultura, los medios de comunicación, el empresariado, los veleños sensibles con el arte y la historia..., tienen ahora que aunar fuerzas y empujar en la misma dirección para que el templo principal de Vélez-Málaga recobre su vigor y funciones. Vélez-Málaga necesita a San Juan Bautista para seguir siendo Vélez-Málaga. Y San Juan ya no puede esperar.