El Día Mundial de la Libertad de Prensa
Cada 3 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Libertad de Prensa como recordatorio a los gobiernos de respetar su compromiso con la libertad de prensa. Es, además, un día de apoyo a los medios de comunicación, que son objetivos de ataques a su independencia, de restricciones, y de recuerdo a los periodistas que perdieron la vida en el ejercicio de su profesión.
Parafraseando el mensaje del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, la libertad de prensa fomenta la paz y la justicia, y que son los periodistas quienes, con su voz, pueden cambiar el mundo, pero que estos, los trabajadores de los medios de comunicación, sufren difamaciones, agresiones sexuales y detenciones, resultan heridos e incluso muertos.
Ahondando en este mensaje, aterrizado para nuestra realidad española, no tiene desperdicio la declaración que con motivo de este día, la Asociación de la Prensa de Madrid ha emitido, y donde manifiesta que la libertad de prensa está afrontando en nuestro país presiones y amenazas procedentes de actores públicos y privados (gobiernos, administraciones públicas, partidos políticos de todo signo, grupos de presión financieros y de la sociedad civil) con el objetivo de limitar la independencia de los medios y de los periodistas. Continúa diciendo que, en algunos casos, los poderes tratan de deslegitimar el periodismo y descalificar el trabajo de aquellos periodistas que no se someten a sus dictados, impidiendo que cumplan su función democrática de servir a la sociedad. Estas presiones se ven incrementadas con formas de autocensura en un contexto en el que los periodistas sufren además una fuerte precariedad laboral, reducción de sus derechos laborales, supresión de sus derechos de autor, deterioro de sus condiciones de trabajo y que todo esto afecta especialmente a becarios, autónomos y colaboradores, que rebaja la calidad del periodismo y supone un estímulo para todos los que intentan controlar el ejercicio libre de este oficio.
La provincia de Málaga no es ajena a todo esto, precisamente por la precariedad laboral que es aprovechada por los gobernantes locales para su propio beneficio, presionando de muchas maneras a aquellos que publican informaciones que no les son propicias, generando clientelismo, o incluso creando sus propios medios de comunicación para controlar lo que se dice o se habla de ellos, lo que repercute negativamente tanto en la calidad de la información como en la pérdida de confianza de la ciudadanía, y en suma, en la libertad de prensa.
Para concluir, insisto en la precariedad y en la autocensura como una de las mayores cortapisas de la libertad de prensa en nuestro país, mientras no existan unos mecanismos de sostenibilidad que garanticen su integridad, incorruptibilidad e independencia.