El ladrillo que viene
Columna de Ignacio Pérez
La noticia de que la Junta de Andalucía venda suelo público para la construcción de vivienda libre en Rincón de la Victoria, evoca sensaciones de decepción y trae a la memoria recuerdos del urbanismo rancio y cortoplacista de los años de la burbuja inmobiliaria, de los ladrillazos y de las hipotecas con cláusula suelo.
Hoy por hoy, no vamos a descubrir a nadie que el crecimiento de Rincón de la Victoria, de la mano del ladrillo y la burbuja inmobiliaria, ha tenido como consecuencia el caos urbanístico que conocemos a día de hoy: un pueblo disgregado en seis núcleos (La Cala del Moral, Parque Victoria, Rincón de la Victoria, La Zenaida, Torre de Benagalbón y Benagalbón) de calles estrechas y aceras minúsculas sembradas de alcorques y farolas, con escaso aparcamiento, donde se ha maximizado el terreno para construir y minimizado el de compartir, a pesar de que plazas como Gloria Fuertes, Las Flores y la de La Constitución han demostrado ser espacios de convivencia que se han quedado pequeños; y un paseo, el marítimo, que pide a gritos otro donde diversificar la actividad.
La falta de plazas y avenidas en un municipio de la extensión de Rincón de la Victoria, y la extremada dependencia del coche, es un círculo vicioso en la planificación rinconera que veremos si se le pone solución en el ladrillo que viene, porque el concepto de urbanización, que queda muy chic y muy de clase alta, se queda en puro maquillaje cuando toca decidir dónde comprar, dónde salir, dónde comer, dónde cenar y dónde pasear, y el vecino se da cuenta de lo aislado que está de las tiendas, los restaurantes y las zonas de paseo, y se ve como teledirigido al coche y a conducir por calles estrechas y sinuosas de mínimas aceras a los centros comerciales y, si hace bueno, al paseo marítimo. Este concepto ‘urbanícola’ hace que el municipio necesite de entradas y salidas (de calles y entradas de garajes privados) a la carretera principal, mal llamadas avenidas, que son como afluentes del río principal que es la N-340, y que de querer recorrerla andando es un ‘no parar’ de subir y bajar escalones de acera y rampas.
Esta venta de suelo público para sanear las arcas de la Junta de Andalucía, traerá la construcción de seis nuevas parcelas en una urbanización, Parque Victoria, hecha nueva al estilo antiguo, de aceras y calles estrechas, de colmenas dispersas en las lomas de la montaña, sin plazas ni avenidas, sin espacio para comercios, ni bares, ni restaurantes; una urbanización, por cierto, que no está recepcionada y las intervenciones de limpieza y jardinería, que le corresponderían todavía a la Junta de Compensación (a la que pertenece la propia Junta de Andalucía), tienen que hacerse de urgencia y por razones de seguridad mediante, por el Ayuntamiento.
Las 6 parcelas en venta de Parque Victoria se convertirán finalmente en 446 viviendas, es decir, 446 nuevas familias, una media de 1.000 nuevos vecinos y 500 nuevos coches, que reportarán nuevos ingresos en forma de licencias de obra, IBI, plusvalías, impuestos de circulación, y otro tipo de impuestos y tasas varios, y que sin dilación reclamarán colegio, instituto, avenidas para pasear, comercios, empleo, etc., en un municipio que no está preparado para dárselo, porque no lo planeó, y ahonda más profundamente en el concepto de ‘ciudad dormitorio’.
Mirando al futuro, el año que viene Rincón de la Victoria tendrá un nuevo y flamante Plan General de Ordenación Urbanística, encargado a la empresa pública Turismo y Planificación Costa del Sol, de la Diputación de Málaga, que hará dos cosas: recopilar todos los modificados que se llevan haciendo al antiguo plan del año 1992 y su adecuación a la LOUA, y enseñarnos lo que el equipo de gobierno ha pensado para Los Rubios, que a buen seguro estará más cerca del concepto ‘urbanícola’ y más alejado del de Ciudad 10. ¡Qué bien hubiera venido un Plan de Ordenación Urbano, en lugar de Urbanístico!