Reflexiones navideñas. Feliz 2017

Uno de los primeros pensamientos que le vienen a uno a la cabeza cuando llegan las navidades, es la velocidad con la que se ha ido todo un año, y te hace tomar conciencia de lo efímero de la vida, la relatividad de las cosas y que el control es una ilusión. 

Sin que nada pudiéramos hacer, vi­mos naufragios en el Mediterráneo, la crisis humanitaria de Siria, terremotos, los atentados islámicos, las caídas y subidas de las bolsas como el ‘monopoly’ que es la economía. Vimos también cómo en España todo sigue igual (de mal): los autónomos siguen asfixiados sin apenas derechos, la deuda del Estado sigue a niveles astronómicos, la hucha de las pensiones moribunda y una subida de impuestos y de la luz que empobrecerá a los españoles todavía más en 2017. Además, el agotamiento de los fondos públicos y la incapacidad de las adminis­­traciones, hace a éstas cada vez más dependientes de la caridad para paliar el problema del acceso a alimentos e incluso a la luz eléctrica.
     Pero existen los otros pobres, los que no lo dicen por vergüenza (que es lo que se llama pobreza vergonzante), los que no llegan a fin de mes ni pueden pagar el recibo de la luz, la hipoteca o el alquiler, a pesar de trabajar, y que son el fruto de la crisis económica, que viven en una situación de resignación eterna, con el pensamiento de que vendrán mejores tiempos, que no tienen aspecto de indigentes porque visten y se relacionan con normalidad, que recurren a familiares o a los más íntimos en busca de socorro. Son invisibles, pero están ahí. Es un círculo vicioso del que es difícil salir sin una Ley de Segundas Oportunidades.
     A pesar de que estamos dejando a nuestros hijos un país cada vez más pobre, con menos valores, menos derechos y menos formado, hay que seguir adelante aunque yo no diría que de manera optimista (por aquello de que el pesimista es un optimista bien informado), sino con realismo, con ganas de hacer algo de forma diferente, con pequeñas metas alcanzables, reconociendo aquello que no se controla y tratarlo adecuadamente, porque para el hombre no hay nada peor que la incertidumbre y el miedo a las instituciones, que carecen de sentido de servicio público y nos colocan en situaciones de indefensión. En ese camino hacia las pequeñas metas, debemos buscar pequeños apoyos. 
     En la frase de Luis Rojas Marcos “Las personas que comparten y expresan sus sentimientos se adaptan mejor a los cambios”, se resume este principio, especialmente para aquellos que se sienten maltratados por la vida o están pasando por malos momentos. 
     Mi consejo para este año nuevo: compartir, dejarse ayudar, leer más el periódico y ver menos la televisión.