En mi jubilación como maestro

Tribuna libre de Jesús Aranda

Queridas amigas y amigos:

Antes de nada, espero y deseo que os encontréis bien y llevéis de la mejor manera posible estos momentos difíciles que nos ha tocado vivir. El final del curso escolar 2019/20 ha sido muy duro debido a la crisis creada por el COVID-19. De manera sobrevenida, nos vimos obligados a re­plantearnos nuestro trabajo y superar el reto presentado, intentando estar al pie del cañón y mantener el tipo dentro de nuestras posibilidades y capacidades.

Este curso es el último de mi carrera profesional. Una carrera de casi cuarenta años, la inmensa mayoría de ellos en la enseñanza pública y en Educación Permanente, siendo los treinta y cinco últimos como maestro del CEPER ‘María Zambrano’ de Vélez-Málaga.

En el curso 1982-83 forme parte del grupo de treinta y dos maestros y maestras (4 por provincia) que comenzamos el Programa de Alfabetización  de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía. Una etapa ilusionante y que supuso todo un reto para un maestro que comenzó trabajando en  las Escuelas-Capillas Rurales de Málaga y haciendo sustituciones en algunos colegios concertados o privados de Málaga capital.

La Educación de Adultos se centraba entonces en la alfabetización, pues  las ocho provincias andaluzas se encontraban entre las doce primeras de España en cuanto a cifras de analfabetismo, con un índice por encima del 15% del total de la población, sensiblemente superior a la media nacional, estimada en un 7,92%.

Con el trabajo serio y comprometido que se realizaba en los primeros centros de adultos, enmarcado en los esfuerzos que la administración pública andaluza hizo  para superar el atraso histórico que padecía Andalucía, se dio  un espaldarazo a las políticas de igualdad y a los esfuerzos a favor de la población más desfavorecida. La apuesta por la Educación Permanente como motor de cambios sociales fue una de las líneas de trabajo que seguíamos entonces y en la que creíamos profundamente. De hecho, el Programa de la Junta de Andalucía recibió, a finales de los años 80, el Premio In­­­­­­ter­nacional de Alfabetización de la UNESCO,  que reconocía así la excelencia y la innovación en el campo de la alfabetización que desarrollábamos. 

La oferta educativa de entonces se centraba, pues, en la alfabetización y el trabajo con neolectores, además de la animación sociocultural. Una vez integrados los centros de educación de personas adultas existentes, como el CEPER ‘María Zambrano’ de Vélez-Málaga, (uno de los más antiguos de España, que nació al calor de la Ley General de Educación de 1970), se amplió la oferta con cursos para la obtención de los Certificados de Escolaridad, además de una educación compensadora que atendía a la población adulta que había tenido que abandonar los estudios primarios por diversos motivos o que  provenía del fracaso escolar  juvenil y que no disponía de la titulación básica obligatoria.

En Vélez-Málaga, además, se desarrolló una iniciativa pionera que se ha convertido en uno de sus buques insignia: el curso de Preparación para las Pruebas Libres de Acceso a la Universidad para mayores de 25 años (luego también de 45 años). A lo largo de estos años, se ha facilitado el acceso a la enseñanza superior a cientos de veleños y ciudadanos de la comarca de la Axarquía. Hombres y mujeres que, gracias a su paso por el centro, son hoy maestras, abogados, médicos, etc. o que, simplemente, consiguieron convalidar titulaciones a efectos laborales y promoverse social y culturalmente. 

El Centro de Adultos de Vélez ha desarrollado una serie de programas y actividades que lo convirtieron en su momento en un referente, no solo educativo, sino social y cultural, tanto de Vélez-Málaga, como del resto de la comarca de la Axarquía: talleres ocupacionales, grupos de formación para el desarrollo personal, actividades culturales y de animación sociocultural, ciclos de charlas y conferencias, planes para el fomento de la ciudadanía activa, etc.

Siempre tuvimos clara una cosa: la entrega y dedicación a una labor que consideramos fundamental en nuestra so­cie­­­dad: trabajar desde la enseñanza pública en pro de la igualdad de oportunidades y la atención educativa de la población adulta de la Axarquía.

El centro mantiene hoy en día una de las ofertas educativas más amplias de Andalucía, siendo un referente por su larga trayectoria (cerca de 50 años) y sus buenos resultados académicos y formativos. No os podéis imaginar la alegría y enorme satisfacción que recibimos los maestros de los centros y secciones de educación permanente cuando comprobamos que un adulto aprende a leer, a mejorar su capacidad de comprensión, que consigue la titulación básica, que se reincorpora al sistema educativo, que inicia estudios universitarios y que empieza a sentirse más y mejor ciudadano, consciente de sus derechos y responsabilidades sociales, familiares, políticas, etc.

Movido por mi compromiso con el centro y la labor que desarrollábamos, durante  casi la mitad de todos estos años, he sido director del mismo o, como se denominó en algún momento, coordinador o primer responsable. Con esa responsabilidad, se consiguieron varios hitos importantes en la historia del centro, como la creación de la sede del centro de adultos de Torre del Mar (1994), el traspaso de las antiguas dependencias del centro  al antiguo colegio ‘Eloy Téllez’, su actual sede (1997), el reconocimiento al Mérito Educativo Provincial, concedido por la Delegación Territorial de Educación de Málaga (2016), el Escudo de Oro de la Ciudad de Vélez-Málaga (2017), la creación de nuestra web -cepervelez.es- y perfil de Facebook, y acuerdos y colaboraciones con el Ayuntamiento y otras entidades de carácter social y cultural (como Cruz Roja, la Sociedad de Amigos de la Cultura de Vélez-Málaga, etc.).

Junto con el resto del profesorado, hemos puesto la educación permanente en el mapa, hemos mejorado las instalaciones y aspecto general del centro, hemos intentado reforzar la formación del profesorado, hemos llevado a cabo actividades conjuntas que nos han hecho pasar muy buenos ratos, hemos intentado transmitir determinados valores y estímulos positivos a nuestro alumnado y profesorado y hemos mantenido un nivel de éxito de nuestros alumnos aceptable en muchos casos y meritorio en otros, dirigiendo el centro de una forma lo más democrática posible y contando con todo aquel que haya querido participar. Y siempre de una manera mancomunada y leal con los miembros del equipo directivo y la comunidad educativa de adultos. 

He pretendido que el profesorado haya encontrado siempre un consejo, una ayuda, un apoyo cuando lo han necesitado. Me consta que muchos compañeros que han pasado a lo largo de estos años por el CEPER nos llevan en el recuerdo y tienen un grato recuerdo de su paso por el centro. 

La actual crisis sanitaria, la situación de confinamiento y de posterior desescalada  que estamos viviendo, está poniéndonos a prueba. De pronto, el mundo en que vivíamos se ha dado la vuelta y ha hecho que, a todos los niveles, nos tengamos que replantear muchas cosas que creíamos seguras. 

Así que, después de una trayectoria tan larga en el mismo centro (soy el maestro de adultos más veterano de la provincia de Málaga y uno de los más antiguos de Andalucía), tratando de poner en valor la edu­­­­­cación permanente y consciente de que, en el fondo, se ha intentado hacer un buen trabajo y dejar huella y cambiar la vida de muchas personas que, seguro, nos llevan en su recuerdo porque hemos sido importantes para ellos. 

Este centro ha sido mi segunda casa. En él he conocido a muchísimas personas, muchas de las cuales se han convertido en verdaderas amigas; he crecido mucho como profesional, aprendiendo de mis compañeros y, también, de las miles de personas que han pasado por nuestras clases, pues en educación de adultos, como en la vida, todos aprendemos de todos.

El centro ha sido mi vida y lo llevaré bajo mi piel el resto de mis días. Le he dedicado lo mejor de mis años y ha sido fuente inagotable de encuentros, buenos momentos, desafíos personales y profesionales, aprendizaje y sensaciones únicas. Me jubilo con una sonrisa, quedándome con lo mejor, que ha sido mucho, y con la seguridad de que, si en algún momento he cometido errores o alguien se haya sentido mal conmigo, que tenga seguro que nunca fue esa mi intención. 

Y a todos ustedes, muchas gracias por haberme acompañado en algún momento de mi trayectoria. Me ha llegado el momento de ser dueño de mi tiempo, de la ‘edad del júbilo’, pero sabéis (eso espero) que podéis seguir contando conmigo para lo que queráis.

Ah, y larga vida al Rock. Un beso y un abrazo fuertes. Seguimos.