A medida que el tiempo pasa
Estamos en las postrimerías de 2022 y se acercan la Nochevieja y el recibimiento del Año Nuevo que son, sin duda, dos de los momentos preferidos por muchos durante la Navidad. Tal vez sea porque nos despedimos de todo lo anterior para recibir a lo nuevo con los brazos bien abiertos, con la esperanza y las expectativas puestas en los 365 días que vienen.
El tiempo es, como descubrió Albert Einstein, algo relativo, y nuestra vida no es más que nuestra memoria y el conjunto de recuerdos que, a modo de diapositivas van pasando y provocan esa sensación del paso del tiempo. Por eso es tan terrible perder la memoria y la huella de lo vivido. Lo importante del tiempo es que pasa, como nos lo refrendaba Antonio Machado: “Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar”. Pero ante este tránsito que supone la vida, ¿somos meros espectadores o somos actores de nuestro quehacer diario?
En estos días es el momento de hacer un balance necesario para valorar todo lo bueno, y también lo malo, que hemos vivido durante este año que nos abandona y que, a juicio de muchos, se va con más pena que gloria. Decir adiós al 2022 debería ser algo más que tomar las uvas, hacer etéreos propósitos para el año que está a punto de comenzar y pensar que “uno más, o menos, y seguimos, sin más”. Sin duda, la mejor parte es quedarnos con lo bueno, con las lecciones de vida que el año que se aleja nos ha brindado para crecer como personas y, también, como sociedad.
Ha sido otro año de guerras, en este caso con una invasión injusta y grave en la confiada y desarrollada Europa, de coletazos pandémicos y muy poco avance en la lucha contra el cambio climático. Han ocurrido importantes acontecimientos históricos y hemos vivido unos meses un tanto convulsos en los que, tal vez, teníamos demasiadas expectativas puestas. El año al que ahora decimos adiós, ha tenido sus luces y sus sombras pero creo que deberíamos quedarnos con la lección de no cometer los errores del pasado y mirar hacia delante con la esperanza de que todo pueda cambiar.
A nivel local, nuestros munícipes han estado en su rutina. Los de la oposición, como desgraciadamente suele ser habitual, intentando con poca fortuna que se les tenga en cuenta. Por eso, hasta que, a todos los niveles de la vida política, quien tenga el poder no tome en consideración algunas de las propuestas de sus oponentes políticos y base en el diálogo, y no en el enfrentamiento y el menosprecio, su acción política, nos seguirá yendo mal.
Todos son representantes legítimos de los ciudadanos que les han votado, no me canso de repetirlo y su trabajo (cuando se hace de forma constructiva y basado en los intereses y demandas ciudadanas) merece ser atendido. Los del gobierno, unos se han preocupado en prestar mejores servicios y otros han pasado más desapercibidos, ya sea porque se han hecho menos fotos o porque su labor ha sido más callada o, en algunos casos, sencillamente casi inexistente.
Como aspecto general y basado en lo que uno percibe y le trasmiten algunos ciudadanos y colectivos, sigue figurando en el debe de nuestros políticos canalizar de forma real y efectiva las demandas de la sociedad civil y administrar los recursos de todos con mayor eficiencia y responsabilidad, con proyectos que supongan un avance y modernización de nuestra ciudad y todos sus anejos.
Si en vez de intentar “vendernos la moto” con raciones extra de circo, revoloteos y perreos, con continuas apariciones en redes sociales sobre la micro política que algunos practican y los sitios que visitan y las cosas que hacen, fomentaran una participación ciudadana real y trabajaran por ponerse de acuerdo en los grandes retos pendientes de nuestro municipio, ya denunciados en multitud de ocasiones, conseguiríamos que, entre todos, pusiéramos, de una vez por todas, al municipio de Vélez-Málaga donde se merece. Que lo vayan pensando, que pronto habrá elecciones municipales.
Mientras todo eso llega les deseo a todos que sean felices y tengan salud, hoy y siempre, y me quedo con lo que decía la canción (As time goes by) que pedía Humphrey Bogart al pianista llamado Sam en Casablanca:
“Sigue siendo la misma vieja historia, una lucha por el amor y la gloria, un caso de vida o muerte. El mundo siempre dará la bienvenida a los amantes, a medida que el tiempo pasa”.