Volando

Durante una tertulia que suelo hacer con amigos de distinto pelaje  e ideario político sobre el devenir de nuestra tierra y su gobernanza, comentaban algunos que en los medios de comunicación locales (sobre todo en televisión, desde la desaparición de Velevisa, Elec­trovídeo y otras) apenas hay debates entre los políticos municipales y diversos colectivos sociales, culturales, etc. 

También se quejaban de que siguen sin establecerse canales estables de participación ciudadana, pilar fundamental en una democracia. Por eso, me invitaron a que en mi próximo artículo hiciera una mención al respecto y que difundiera algunas de las ideas expuestas en la tertulia, para quien le pueda interesar. 

El tema principal en esta ocasión fue valorar el primer año del equipo de gobierno municipal del Partido Popular (PP) y el Grupo Independiente Pro Municipio de Torre del Mar (GIPMTM). Decían que lo primero que les llamó la atención, fue que el eslogan de la campaña del Partido Popular -‘El cambio es ahora’-, empezó a desmoronarse cuando se decidió (o decidieron desde Málaga) que el socio de gobierno iba a ser el Grupo Independiente y no el otro ‘vencedor’ de las elecciones por su enorme subida de votos y concejales, José Pino y su grupo Andalucía por Sí, grupo que también tenía como eslogan de campaña el cambio: ‘¡Somos la fuerza del cambio!’. 

Con esa decisión, parecía que el lema del Partido Popular empezaba a flaquear, porque las elecciones las ganan y las pierden, en diferente proporción, los equipos de gobierno, no sus integrantes por separado. Así, se formó lo que podríamos llamar un ‘seminuevo’ equipo de gobierno que limitaba, por su propia naturaleza, algunas posibilidades de cambio real. 

El Partido Popular prefirió seguir contando con los ediles independentistas a los que tanto había criticado en la anterior legislatura como corresponsable de los errores, la mala gestión y el despilfarro económico, con excesivos gastos en las llamadas ‘tres efes’ (ferias, fanfarrias y fiestas) y una atención desmedida hacia Torre del Mar en detrimento del núcleo principal veleño y del resto de localidades de nuestro extenso municipio, que siguen sin ser tratadas en igualdad de condiciones. 

De hecho, son muchas las voces que manifiestan su decepción por no haber aprovechado la oportunidad de formar un nuevo equipo de gobierno y propiciar ese cambio real anhelado por muchos, donde se garantizaran proyectos de ac­tua­ción pendientes desde hace mu­chos años, como la construcción de viviendas y aparcamientos, recepción de las urbanizaciones, agilizar los trámites urbanísticos, la recuperación integral del centro histórico  la eliminación con respuesta poblacional del poblado chabolista de Torre del Mar, la recuperación del tranvía y un mejor reparto de las inversiones municipales, respetando la singularidad de Torre del Mar como uno de los motores turísticos del municipio.

Aunque es cierto que muchas personas se sienten atraídas por las fiestas, verbenas, celebraciones y festividades varias y esa especie de decoración social de muchos eventos, no es menos cierto que son actuaciones coyunturales, de corto recorrido y que confunden la calidad con la cantidad y no arreglan el mal endémico de una política cultural sin los medios humanos y recursos materiales necesarios y con cobertura en todo el municipio, sin que dependa de las veleidades o intereses localistas de algunos.

En muchas ocasiones, cuando se llega al poder, se olvidan de lo importante y se sigue gobernando buscando el aplauso fácil. En la práctica, parece que no hay un proyecto claro de ciudad, en el que se diera la máxima prioridad, de una vez por todas, a resolver los temas importantes. Ocurre como cuando nos metemos río abajo y nos dejamos llevar por la corriente. Muchos ni siquiera se plantean si deben pararse alguna vez o, incluso, nadar contracorriente para conseguir algo que se había prometido o que, sin duda, beneficiaria a la mayoría de la población.

Los grandes proyectos requieren grandes consensos y acuerdos de ciudad. Pero, para ello, hace falta un mayor liderazgo, activar una política que mire hacia adelante y dejar de recrearse en lo de siempre, sin avanzar ni ponerse nuevos retos. Y ello, sin centrarse tanto en la mercadotecnia de la continua aparición en redes sociales vendiendo actuaciones tan importantes como decir que se ha asistido a misa, a una verbena popular o anunciar que se ha barrido una calle o puesto unas losetas. 

En fin, si no se reacciona pronto, las posibilidades de poner a nuestro municipio donde le corresponde por historia y entidad, se irán como las aeronaves del cada vez más cuestionado, contaminante, costoso e innecesario festival aéreo: volando.