El altruismo en internet

Columna de José Marcelo

El filósofo inglés Thomas Hobbes habla de la naturaleza social del ser humano, establece el egoísmo o el propio interés como la motivación absoluta de sus actos en el proceso de su socialización. Argumentando que el hombre no es social por naturaleza, como la tradición escolástica piensa, sino que actúa por interés propio y, sobre todo, por necesidad.

Por el contrario, los pensadores escoceses David Hume y Adam Smith ante las preguntas: ¿Es realmente el egoísmo el único móvil de las conductas sociales del ser humano?, ¿y si una acción por más desinteresada que parezca, tiene o no en el fondo alguna motivación egoísta? Ambos autores encuentran la respuesta en los sentimientos, en el papel que estos juegan en la vida social y en su relación con la virtud. Por lo tanto, les atribuyen a la naturaleza humana un carácter altruista. Afirman que Hobbes y sus defensores se equivocan al pretender tratar el sentimiento del afecto con el mismo rasero que el egoísmo.

La naturaleza del ser humano es compleja, porque actúan un compendio de sentimientos contrarios, de amor y de odio. Su historia está escrita de enfrentamientos y  de guerras. Pero la necesidad y el afecto le convierte en un ser compasivo, solidario y cooperativo. Y es el sentimiento del afecto la mayor necesidad que tiene el ser humano. Es la empatía la que hace ponerse en el lugar  de su semejante.

César Rendueles  nos habla en ‘Cooperación 2.0’, que recoge en su libro Sociofobia, del altruismo que se da en internet por los movimientos favorables al conocimiento libre, quienes comparten bienes comunes. Esto surge como un entorno intelectual que decide dedicar su tiempo a programar, traducir, subtitular, escribir, compartiendo la música o dando a conocer sus obras. Esta conducta altruista la hacen anónimamente y sin ánimo de lucro, como una alternativa que se enfrenta a la economía mercantilista. Lo bueno de la cooperación digital es que comparten los valores socio-culturales, éticos y formativos, sin estar basada en ninguna relación personal tradicional ni tampoco en organizaciones formales o en intereses egoístas.

Estos argumentos nos hace plantearnos una profunda reflexión sobre la sociedad actual, que es mercantilista, consumista, competitiva y con una estructura burocrática, y a esto se unen el poder de las tecnologías, la inteligencia artificial y la comunicación virtual. Características que tienden  a nuevas maneras de relación social, produciéndose importantes  cambios que afectan a las personas. Por lo tanto,  creando un nuevo  ‘ser social’.   
La comunicación virtual, que ha llegado para quedarse, está siendo la principal causa de la pérdida de la relación personal tradicional, donde el contacto directo y el afecto eran primordiales. Por ello, el ejemplo de altruismo en internet es una defensa contra el miedo a la soledad, también  es una solución plausible para salvaguardar los valores socio-culturales. Esto supone un profundo cambio ético y de actuación.  Es evidente que nos enfrentamos a un ente desconocido, que puede ser benefactor o bien un monstruo que nos devore. De nuestras acciones dependerá.

El poeta, que sólo sabe de sentimientos, nos diría: “Para que el amor sea eterno / quiero ser como la lágrima que brota de lo hondo [...]  en donde se ahoga el silencio, y nace la palabra que levanta el vuelo, / lo dice todo: lo que siento y quiero”.