Álvaro de Luna, el hombre o el actor

Columna de José Marcelo

“Quisiera ver al actor desnudo, actuando sólo para él. / Quisiera ver al hombre dialogar en silencio con la mar. / (...) Y, a solas, nos quedamos contemplando cómo el actor confiesa la locura de amar la vida. / Y, a solas, nos quedamos contemplando cómo el hombre confiesa a Dios su debilidad”.

Estos versos del poeta nos hablan de la dualidad del ser humano: del hombre real o del actor..., de esas polaridades a las que tiene que enfrentarse. 

El pasado 21 de septiembre conocí a Álvaro de Luna en el pregón que dio en Algarrobo, con motivo de la Fiesta de la Quema. Le oí hablar de la Guerra de la Independencia, de los algarrobeños, de la partida de hombres aguerridos que sorprendieron a un destacamento del ejército francés y le produjeron bajas. En ese instante, veía y escuchaba al actor que narraba un suceso histórico de Algarrobo. Me hizo recordar al bandolero El Algarrobo, personaje que le dio re­cono­­cimiento como actor. Su personaje, junto con Curro Jiménez y El Estudiante formaban la partida que actuaba en la Serranía de Ronda. 

Cuando finalizó su breve pero emotivo pregón, tuve la grata satisfacción de ser presentado y conocer al hombre, a Álvaro de Luna. Me sorprendió su sonrisa, la amabilidad con la que se ofreció a ser fotografiado con los parroquianos y la serenidad de su rostro. Las palabras que intercambiamos descubrían a una persona culta e intelectual. ¡Qué lejos del personaje, del bandolero bruto! 

Cuando el 2 de noviembre supe que Álvaro de Luna había fallecido, a causa del cáncer de hígado que llevaba tiempo padeciendo, me conmovió la triste noticia, porque ignoraba que padeciera tan grave enfermedad. Al pensar en ello, creció mi admiración hacia su persona por la gran calidad humana demostrada. ¡Cuánto hay que agradecerle! Es un gran detalle haber venido a un pueblo humilde, como es Algarrobo, a dar un pregón a la edad de ochenta y tres años y en su estado de salud.

La voluntad del actor es tan tenaz como es exigente la profesión de interpretación: requiere estar siempre en escena, representar cada día la vida y confesar que la ama. Álvaro de Luna es un ejemplo de esa estirpe de actores que ha estado trabajando siempre, la última película en la que intervino fue Miau, dirigida por Ignacio Estaregui, estrenada hace unas semanas. En una entrevista para la Academia de Cine realizada por Julio Bravo, Álvaro de Luna declara lo que significaba para él ser actor: “A la profesión de actor le debo mucho, porque me ha dado conocimientos que no hubiera llegado a tener de otra forma; me ha acercado a gente que me ha enseñado a vivir, como Fernando Fernán Gómez o Manuel Alexandre y muchos otros”.

La vida tiene sus exigencias, porque nos pone a prueba, nos arroja desnudos a un escenario desconocido; demandándonos aprender a vivir cada instante. La verdad es que somos actores de nuestra propia vida. El hombre y el actor se hacen uno.

Quiero quedarme con otra frase de Álvaro de Luna, recogida de una entrevista realizada por Albert Roca, la cual es muy válida para tener una actitud de superación en la vida, donde nos aconseja: “Tienes que olvidarte de tu soberbia, sacar las cosas que tú tienes, que es por lo que cada actor es peculiar”.