Buscarle un sentido a la vida
Columna de José Marcelo
“Todo se puede quitar a un hombre excepto una cosa, la última de las libertades humanas, la de elegir su actitud ante cualquier circunstancia, la de elegir su propio camino”.
Esta cita pertenece al libro El hombre en busca de sentido, del neurólogo y psiquiatra austriaco Viktor Emil Frankl, en el cual nos plantea la necesidad vital que tiene el ser humano de encontrar un sentido a su vida. Nos habla de que esa búsqueda es una necesidad superior a la motivación del placer, cuyo tema trata Sigmund Freud, e incluso a la del poder, a la que alude Alfred W. Adler. Que tener ese propósito es la razón que nos motiva vivir cada día, para afrontar las adversidades que se nos presentan. También argumenta que la persona que no encuentra un sentido a su vida, se hunde en el vacío existencial, porque es este estado anímico la causa principal de las depresiones, del suicidio; siendo éste un tema del que nadie quiere hablar, porque se tiende aparentar que se vive feliz.
Nuestro principal propósito es encontrar la felicidad, pero caemos en el error de no entender el significado de la vida, y tenemos un concepto muy particular sobre la felicidad y cómo conseguirla. Lo cierto es que la vida no es comprensible, pero tiene su significado intrínseco.
El profesor en psicología de la universidad californiana Mihály Csíkszentmihályi descubre que lo más gratificante es el tiempo que se dedica a satisfacciones propias, donde no se busca fama ni fortuna, pero en el que se encuentra un significado a la vida y a la existencia.
El psicoanalista alemán Eric Fromm nos habla en su libro El arte de amar que para alcanzar el propósito de vivir con sentido la vida, es necesario trabajar con motivación, vivir desde la esfera del amor y tener coraje para hacer frente a la adversidad. Para ello, hay que tener siempre presente los tres aspectos que conforman nuestra identidad: el biológico, el psíquico y el social. Lograr la armonía de dichos aspectos es estar en el camino de la felicidad. Continúa argumentando que lo que no entendemos es el concepto de felicidad, porque son en los momentos difíciles de la vida y de grave enfermedad, en los cuales se nos descubre el significado de la vida. Comenta que el error está en el modelo de sociedad que hemos creado, donde somos como cerdos que consumimos hasta la saciedad, y actuamos como especies de robots que obedecemos sin pensar y, al no pensar lo que hacemos, caemos en el peligro de destruir el planeta y de destruirnos a nosotros mismos. Nos propone otra nueva sociedad, cuya función debe ser la de alentar en nosotros la disposición a renunciar a todas las formas de poder y posesión. Asimismo, debe conseguir que cada cual construya un sentimiento de identidad y confianza basados en la fe de lo que uno es, en la necesidad de relacionarse, interesarse, amar, solidarizarse con el mundo que nos rodea, en vez de basarse en el deseo de tener, poseer, dominar el mundo, y así volverse esclavo de sus posesiones.
La propuesta de sociedad de Eric Fromm nos puede parecer utópica, pero es la salida que nos queda, ante un desesperanzado futuro que dejamos como herencia, sino tomamos medidas urgentes. Por otra parte, nos enfrenta ante la verdad de nuestra existencia. Nos está pidiendo que para salvar esta humanidad, veamos con el corazón.