La guerra, una estupidez

Cuando vemos la guerra como una acción violenta y destructiva, pensamos en los que la están padeciendo directamente, y procuramos sentir empatía por la gravedad de la situación. 

Pero, en toda guerra siempre hay dos frentes, lo triste es elegir y estar a favor de uno de ellos (en ese caso no podemos decir que veamos objetivamente esa guerra). Porque, al actuar con tal comportamiento, estamos justificando la guerra de alguna manera. Lo más coherente sería reflexionar sobre el comportamiento del ser humano y analizar los porqués de sus actos. Ello nos llevaría a un autoanálisis de cómo actuamos: con soberbia, con ambición, con prejuicios; somos envidiosos, posesivos, intolerantes... Esto demostraría la estupidez humana de la que es producto la guerra; siendo esa estupidez la que debemos criticar y rechazar.

Desde la antigüedad los grandes imperios solían crearse mediante la conquista violenta, y las guerras contribuían al poder político y económico del país conquistador. En el presente siglo XXI las guerras suponen una gran amenaza para la economía  internacional. Por ejemplo, China, que es una gran potencia, evita todo conflicto armado desde su conflicto con Vietnam en 1979, y debe su ascenso a factores estrictamente económicos.

Ejemplo de preocupación es la nueva invasión de Rusia en Ucrania en febrero de 2022, que ha motivado una guerra, y cuyo precedente ocurrió en febrero de 2014, cuando las fuerzas rusas invadieron la vecina Ucrania y ocuparon Crimea, que quedo anexionada a Rusia. La conquista se logró porque no hubo ninguna resistencia por el ejército ucraniano, y las potencias se abstuvieron de intervenir  en la crisis. Pero en esta ocasión el enfrentamiento se está desarrollando con actuaciones como el bloqueo económico de Estados Unidos y Europa a Rusia, y la intervención de la OTAN con apoyo armamentístico. Por otra parte, se mantienen a la expectativa las demás potencias, como China, más preocupada por mantener su economía, y seguir siendo una gran potencia internacional. Razón para preguntarse si la invasión de Rusia en Ucrania es sólo un tanteo para enfrentar a los grandes bloques económicos existentes; cuyas diferencias son ideológicas: los nacionalismos autoritarios que se oponen a bloques de economía de liberalismo global.

Es evidente que ha cambiado la naturaleza de la economía en el presente siglo XXI, que es global. Y si en el pasado los activos económicos eran materiales; pero, en la actualidad, la economía se basa en el conocimiento técnico e institucional. Esto es motivo para que las guerras no tengan sentido, porque el conocimiento no se conquista mediante la guerra. Y otra razón  de peso, a ese sin sentido, es el peligro de utilizar las armas nucleares que convierte una guerra mundial en un suicidio colectivo. Por desgracia, no hay garantía de paz, porque jamás podemos subestimar la estupidez humana. La locura de producirse una nueva guerra mundial siempre está presente. Ante el miedo, los países asumen que es inevitable; refuerzan sus ejércitos; y se embarcan en una espiral de carreras armamentistas.

Un remedio potencial para la estupidez humana es una dosis de humildad; evitando las tensiones nacionales, religiosas y culturales que empeoran la convivencia. Apostando por un mundo global, pero sin fronteras.