Lo humano de la historia

Artículo de José Marcelo

“Mas hasta ahora, la historia la hacían solamente unos cuantos y los demás la padecían. Ahora, por diversas causas, la historia la hacemos todos; la sufrimos todos también y todos hemos venido a ser sus protagonistas”.

Esta cita de nuestra pensadora veleña María Zambrano, tomada de su libro Persona y democracia, es ejemplo de que todo cuanto ha escrito y nos ha dejado como herencia tiene una vigencia de gran actualidad. Esto me anima a plantear una reflexión sobre la historia, y la necesidad de tener conciencia histórica. Motivado por una parte, por los argumentos que da María Zambrano, por otra parte, ante la controversia y el aluvión de noticias que actualmente están surgiendo sobre la aplicación de la ley de memoria histórica. 

Toda nación tiene un pasado lleno de acontecimientos históricos: buenos y malos.  De los  buenos pueden sentirse orgullosos los ciudadanos, y de los malos sentir vergüenza por ellos. Las heridas profundas dañan la convivencia y quedan como estigmas en el alma colectiva de la sociedad, frenando ese mirar hacia el porvenir. Esta situación trágica sólo se superan teniendo conciencia histórica. 

Es necesario conocer nuestro pasado, nuestra historia, para tomar conciencia de lo bueno alcanzado y evitar los graves errores que se han cometido. Sostener nuestro pasado, pero no quedarse en él, sino avanzar hacia el futuro. Mantener ese equilibrio entre el pasado y el porvenir que se pretende alcanzar, para vivir un presente vivo lleno de verdaderos valores humanos, sociales y democráticos. Ello se consigue sintiéndonos orgullosos de los logros alcanzados, así como aprender a perdonar, y a saber perdonarse las faltas.

Lo humano de la historia es perdonar y perdonarse, porque el acto del perdón es una liberación, y perdonar es libertad. Si se aprende a perdonar, y a perdonarse, acto tan necesario para la convivencia entre los seres humanos; se está en el camino correcto de ejercer bien la libertad. Esto exige que la acción de perdonar sea un acto de conciencia, y por lo tanto de la liberación del rencor y del odio, así como el perdonarse sea de reconciliación, de compromiso, de cambio de actitud y de arrepentimiento.

Ser libres nos convierte en protagonistas de la historia, de la que construimos día a día. Tener conciencia histórica nos hace responsables de todos los acontecimientos que se dan en cualquier parte del planeta. El ejercicio de responsabilidad debe evitar el surgimiento de cualquier actitud o régimen basado en el endiosamiento, ya sea de un individuo, o bien de una minoría de individuos. Porque conduce, inevitablemente, a la violación de los derechos humanos.

La finalidad es mantener viva la convivencia basada en valores democráticos, que en palabras de la pensadora María Zambrano se traduce incluyendo a la ‘persona’, en la definición de la democracia: “Si se podría de definir la democracia podría hacerse diciendo que es la sociedad en la cual no sólo es permitido, sino exigido, el ser persona”. Siendo la ‘persona’ el ser dotado de conciencia, como valor supremo…