Me duele la ciudad

Yo sé que me duele la ciudad: / cuando sus pulmones se lamenta de dolor, / cuando el granizo cae maldiciendo la tierra, / cuando los árboles dejan de ser árboles, / y queda represado el río. [...] El aire no es aire, / no es aire lo que respiro”. Con estos versos el poeta manifiesta su dolor ante los problemas graves, que la ciudad padece; los cuales la hace inhabitable. 

Comparto el sentir del poeta, me ha venido a la memoria sus versos, al leer la implantación de la Agenda Urbana del ayun­tamiento de Vélez-Málaga. Y, como ex­presó su alcalde el Sr. Moreno Ferrer en una encuesta, que le realizó  este periódico el pasado 19 de agosto, en la cual declara: “Es una oportunidad única que nos brinda Europa para situar a Vélez-Málaga a la vanguardia. La Agenda urbana es un instrumento fundamental para crear un modelo de ciudad más equitativo, justo y basado en la sostenibilidad económica, social y medioambiental. Con ello, además, reafirmamos nuestro compromiso urbanístico de hacer de Vélez-Málaga una ciudad más habitable y equilibrada; pero, sobre todo, pensando en el bienestar de los vecinos, de ahí la importancia de transformar nuestra ciudad desde una perspectiva de participación de la ciudadanía”. Palabras muy acertadas del Sr. Alcalde; y también es una buena iniciativa su invitación:

‘Participa en la encuesta y decide la Vélez-Málaga del futuro’.
Mi preocupación como ciudadano reside: ¿Cómo solventar los errores cometidos y que se siguen cometiendo? Los cuales son graves, porque son un lastre del pasado y, aún, están presentes. Pero la esperanza la pongo en cuestionar:

¿Cómo afrontar el futuro?  No me refiero a ese futuro cercano, para vivirlo en un breve tiempo, con aparente bienestar; sino de asegurar un futuro con garantía de salud y de calidad de vida. El cual pueda dejar como herencia a las generaciones venideras. Ante este reto ‘las bellas palabras’ se vacían de contenido y tienden a mostrar, lo contrario, su cara más oscura: la falsedad que esconde. Porque para alcanzar dicho ‘reto’ nos exige una auténtica y sincera revolución de cambio de vida; ahora, aparentemente acomodada, ese cambio implica sacrificio y rebeldía a las exigencias económicas impuestas.

Los ejes, que definen una ciudad habitable, son: El aire sea aire, aire que se respire; haya presencia de los árboles, pero me duele lo prisioneros que están los árboles, o bien su ausencia.  Beber agua del manantial; pero para saciar mi sed bebo de agua estancada. Yo te preguntó: “por el agua de la fuente que mana, por el agua que corría alegre por el río. (Me duele, y mucho el silencio de la fuente, y la mirada ausente del agua)”. Que las calles sean libres para pasear, para ocuparlas; las plazas sean lugares de encuentros bajo el refugio de la sombra de su arboleda. Quiero saber de ti, mujer, de ti, hombre, pero tú me hablas de ese fiel compañero de tu soledad, y me lo presentas: “Este es mi vehículo, mi coche amado, el que habita conmigo”. (Y, están ahí, ellos, como amantes, posesos); ocupando las calles y las plazas de la ciudad. TÚ DECIDES.