Más lluvia y menos lágrimas
También en la naturaleza
lo mismo que el ser humano,
tiene escrito su destino
en la palma de la mano.
El ciclo del agua ha cambiado,
la lluvia que al caer nos trae la vida,
hoy por su escasez solo ha dejado
cicatrices en la tierra malherida.
¡Qué pena me da del campo!
de los montes, de las sierras,
de las plantas y las aves
y hasta de las malas hierbas,
aquellas que sembrara Dios
y que hoy están sedientas.
¡Qué lástima me da del río!
con su cauce triste y seco,
sin color en las riberas
y en los álamos, silencio.
¿Qué fue del espejo natural
que un día reflejara el cielo?
¡Qué me duelen las abejas!
sin trabajo que es su vida,
con las obreras en paro
y las colmenas vacías.
Dicen, que lo que pasa en la colmena
es lo que pasa en la vida.
Ya no bajan aguas bravas
modelando lo barrancos
aquellas que, sin respeto y sin miedo
iban abriéndose paso,
y dejando atrás su fuerza
morían en el mar despacio.
El agua es compañera de viaje
a lo largo del camino,
tan presente en nuestros ojos
desde el día en que nacimos,
la misma que humedecen otros ojos
el día que nos morimos.
El agua es vida y es alegría,
es limpieza y es ensueño,
alimento y energía
y cada vez tenemos menos.
Si el ser humano está sufriendo tanto
¿por qué llora tan poquito el cielo?