El Tenorio de toda la vida

Con motivo del Día de Todos los Santos, nuestra colaboradora Luisa Ruiz escribe este bello poema en homenaje al libro Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, tan vinculado a esta tradición española 

La novela da comienzo
en una vieja taberna,
escribiendo a doña Inés
está Tenorio en la mesa.
Al punto suenan las ocho
y con ellas expira el plazo.
Sevilla vive pendiente
de la apuesta de hace un año.
Entre apuestas y amoríos,
entre duelos y entre riñas
han vivido un año entero
don Juan y don Luis Mejías.
Dos hombres enmascarados
y los muros de la taberna,
fueron los testigos mudos 
del desenlace de la apuesta.
Leyó don Luis el primero
sus hazañas y conquistas
y leyó don Juan después
y fue más larga su lista,
mas, no contento el tal don Luis
volvió a retar a don Juan:
-Una novicia te falta
que este para profesar.
-Sea, dijo el tal don Juan
y ha jurado en buena hora
que en el trato irá también
doña Ana de Pantoja.
Prometida que hasta hoy
fuera de don Luis Mejías,
con la que se va a casar
apenas despunte el día.
Por la justicia son presos,
y a la justicia burlaron,
y por la noche sevillana
van, enemigos y embozados.
Pues, aunque Ana ha prometido
fidelidad a don Luis
este no se fía un pelo
de un amigo tan ruin.
Y hace bien, porque don Juan
ya ha cumplido su palabra
con una bolsa de dineros
ha pagado los favores de doña Ana.
Tras los muros de un convento
desde su más tierna infancia,
pensaba el padre de Inés
que estaba su niña salva.
Mas de Brígida, su ama, 
nuevo servicio compró,
y a Inés le hizo llegar una carta
declarándole su amor.
Nunca nadie se rindió
a un galante como aquel,
ni a las palabras de amor
escritas en aquel papel.
El paso franco tenía
y poco tiempo que perder
y muerta de amor la novicia
cayó rendida a sus pies.
Inconsciente fue llevada
a la casa de don Juan,
despertó asustada y sorprendida
recostada en un diván
y oyó las palabras más bonitas 
que hayan salido jamás
de la pluma de Zorrilla
y de los labios de don Juan.
Presa está ya doña Inés
en las redes de don Juan.
Con esta y la otra conquista
la apuesta ganada está.
En esto, don Luis y el Comendador
llegan a vengar su honor
más, don Juan en un mal lance
quitó la vida a los dos.
Huyó Tenorio al momento
de aquella escena macabra
y sin mirar hacia atrás
por la ventana se escapa.
Ya después de mucho tiempo
volvió Tenorio a Sevilla 
y no ha encontrado a su vuelta
ni palacio, ni familia.
En un panteón su padre
ha gastado su fortuna
donde reposan tranquilos
sus muertos y sus conquistas.
Y en el centro del lugar
descansa como dormida,
la inocente doña Inés
amor que fue de su vida.
Don Juan, preso en el momento
de sinrazón o locura,
llorando está arrepentido
al pie de la sepultura,
y entre realidad y ficción 
ha sido Juan sorprendido
por la voz de doña Inés 
y por dos viejos amigos.
Para ellos tiene esta noche don Juan
improvisada una cena
donde ha puesto un plato más
para un invitado de piedra,
y anunciado por tres golpes
llegó el Comendador a la mesa,
al punto, los otros dos invitados 
han perdido la conciencia.
-Encomiéndate don Juan
a la justicia divina,
que en este momento mismo
has perdido la partida,
que en concluida la cena
y comenzada la riña
a manos del capitán 
hoy mismo perderás la vida.
Don Juan hasta el último día
vivió, de placeres y fortunas,
ni el amor de doña Inés
pudo curar tal locura.
Hoy cuando por fin encontró
un momento de cordura
Dios perdonó a don Juan
al pie de su sepultura.