Corazón de música
Entre los arcos de ladrillo del hermoso patio mudéjar del Museo de Vélez-Málaga, acostumbrado a vivir grandes momentos de música, un brillante piano negro esperaba impaciente.
La cálida tarde de julio, animada de gente y de pájaros revoloteando en el cielo del patio, se presumía intensa esperando la presencia de la pianista malagueña Paula Coronas.
Como el piano, como los arcos del patio, como los bulliciosos vencejos, coral entusiasta en las veraniegas tardes veleñas, los amantes de la música esperábamos ilusionados ver y oír de nuevo a la genial pianista que siempre nos emociona. Con su innegable virtuosismo arrancando melodías a su piano, las manos de Paula se transforman acariciando las teclas, y la música suena a latidos de corazón que nos hacen sentir. Paula Coronas, corazón de música, nos conmueve. El patio del Muvel se llenó de gente. Familiares, amigos, amantes de la música que saben que la pianista se entrega en cada concierto. Paula Coronas es una de las más destacada artistas de su generación, reconocida y muy premiada también a nivel internacional. Ella enseña música, hace música, escribe sobre música, investiga el patrimonio musical andaluz y español... Ella ama la música, y todo su alrededor suena y sabe a música.
Y llegó hasta el piano con su sencillez y su sonrisa de siempre. Tan cálida, tan cercana, tan agradecida al calor humano de un público que la admira y la sigue en sus conciertos sabiendo que se deja el alma en cada uno de ellos.
El patio mudéjar enmudeció para dejar hablar al piano. El romanticismo de Chopin nos envolvió con un nocturno y unos valses preciosos. Después, la música de Eduardo Ocón, compositor malagueño nacido en Benamocarra, que fue fundador del Conservatorio de Málaga y organista segundo de la catedral. Amor Inmortal, Gran Vals Brillante y ese Capricho para la mano izquierda que nos admira y nos sorprende siempre. Tocar el piano, volar sobre las teclas tan magistralmente con una sola mano mientras la otra descansa, es sencillamente genial.
Paula tocaba ensimismada en su música, sintiéndola, transmitiendo esa pasión por ella que se le adivina en cada gesto. Sus manos hablan, sus ojos hablan y su alma se vuelve transparente frente al piano. Su corazón sensible late con fuerza al compás de cada música, da igual si es un nocturno de Chopin, la Suite Española de Albeniz o esa hermosa Bulería del Perchel, del malagueño Lehmberg Ruiz que interpretó al final. Su pasión por la música se ve y se siente: cómo interpreta, cómo explica las composiciones, cómo cuenta historias de sus autores... Ella vive intensamente la música y contagia su entusiasmo, su entrega, su amor por ella.
Entre la gente que la oía atenta y el vaivén de los abanicos que aireaban el ambiente, una niñita entrañable, que lucía un corazón rosa en su melena rubia, seguía con interés el ir y venir de las manos de Paula, y movía sus manitas queriendo imitarla. “Quiero tocar el piano, abuela”. Y al compás de la música hermosísima la niña se fue durmiendo en brazos de su mamá, que la mecía con mimo al son de una malagueña. Espléndido concierto de Paula Coronas, precioso el repertorio de la pianista, que nos hizo sentir, una vez más, que es un privilegio poder oír a tan buenos músicos en estos variados conciertos, en lugares con encanto, que nos regala el departamento de Cultura del Ayuntamiento de Vélez-Málaga. Artistas de la talla de Paula Coronas engrandecen con su virtuosismo la belleza antigua de un patio mudéjar que sabe mucho de cultura. Un patio con mucha historia que se vistió de largo para recibir a una pianista genial, que con su impronta y su excelencia puso al público de pie.
Cayó la noche, el piano enmudeció. Los pájaros seguían con su particular concierto y la niñita dormía soñando con música, tocando pianos imaginarios.
La pianista malagueña nos contagió su entusiasmo y volvió a emocionarnos. Paula Coronas, corazón de música, nos hizo vibrar.