'El Eternauta', un himno a la libertad

Artículo de Ramón Pérez

En algún lugar de Buenos Aires, en un comercio de comidas caseras con las vallas pintadas de rojo, de amarillo, de azul, hay un letrero: “El único héroe válido es el héroe colectivo”. Es una adaptación de una cita muy famosa de Héctor Germán Oesterheld, el guionista de historietas que publicó El Eternauta, con Francisco Solano López al dibujo. Precisamente, la principal inspiración para la creación de El Eternauta fue la obra cumbre de Daniel Defoe, Robinson Crusoe; Oesterheld diría, “Siempre me fascinó la idea del Robinson Crusoe. Me lo regalaron siendo muy chico; debo haberlo leído más de veinte veces”. El Eternauta, inicialmente, fue su versión del Robinson. La soledad del hombre, rodeado, preso, no ya por el mar sino por la muerte. Un tebeo que ha sido constantemente reeditado, ha tenido varias continuaciones y cuyo protagonista se ha convertido en un símbolo de lucha y resistencia ante las dictaduras como la militar argentina.

Hace 60 años que El Eternauta comenzó a publicarse, concretamente en 1957, en la revista Hora Cero, que dirigía el propio Oesterheld. El peronismo había sido derrocado hacía dos años y la prensa experimentaba nuevos límites después de una década de censura. La historia comenzaba en Buenos Aires, cuando un hombre aparecía en casa de Germán, un guionista de cómics (el propio Oesterheld), y le comentaba su historia. Era Juan Salvo, un eternauta, un hombre atrapado en el contínuum espacio temporal, buscando la forma de salvar a su familia de una tragedia. Una tragedia que se inicia cuando una extraña nevada caía sobre la ciudad matando a todo el que era alcanzado por sus mortales copos radioactivos. Una metáfora de que el enemigo era el individualismo, porque la mejor forma de no perecer era quedarse encerrado en casa y no combatir.

Entonces, algunos supervivientes superan ese miedo, salen a la calle, se organizan y buscan al enemigo para pelear. Así comienza la resistencia contra una raza extraterrestre conocida solo como ‘Ellos’. Una pesadilla de la que no se podía despertar y que mantuvo en vilo a los argentinos durante dos años, siendo un éxito sin precedentes y reeditándose continuamente desde entonces.

En 1976, poco después del sangriento golpe de Estado, se volvió a publicar en un solo tomo, con gran éxito. Entonces, Oesterheld y Solano López comienzan la segunda parte, que se realizaría de forma casi clandestina. Oesterheld era militante de la organización armada ‘Montoneros’ y escribía sus guiones con llamadas a la lucha revolucionaria. La trama salta al futuro y allí nos enteramos que los ‘Ellos’ han dominado la Tierra, Germán acompaña a Juan Salvo que es ahora un mutante con superpoderes, y luchan para salvar al planeta.

Ni siquiera sabemos si Oesterheld consiguió terminar la segunda parte de El Eternauta, o fue otra persona en su lugar, pero su mensaje había calado hondo en el pueblo argentino y hoy en día es el único relato gráfico que el Ministerio de Educación argentino procura que no falte en las escuelas ni en las bibliotecas públicas, porque es una obra que nos enseña el valor de la vida humana y la importancia de colaborar para evitar cualquier tipo de abuso de poder. Una obra que siempre se reeditará, aunque sea en la clandestinidad.