Piratas de Barataria. Integral
Aunque el título invite a pensar lo contrario, tratarse de una sincera y muy aventurera historia de piratas, no es el punto fuerte de la serie. En realidad, lo que más interesa del trabajo de Marc Bourgne y Franck Bonnet está en el contexto histórico y político en el que se enmarca este relato, que acontece en la primera mitad del siglo XIX, en circunstancias que tienen que ver con el secreto que esconde Artemis Delambre, una joven parisina que huye en dirección a América en compañía de su guardaespaldas, el corpulento Roustam. No es que los aspectos más relacionados con la piratería no destaquen, sobre todo gracias al magnífico dibujo de escenarios y barcos que acomete Bonnet, pero en el fondo la serie, que queda en un final abierto al término de los cuatro álbumes que contiene este integral, tiene propósitos diferentes. Teniendo en cuenta estas dos vías, hay un enorme trabajo documental, que se aprecia tanto en el argumento de Bourgne como en el detalladísimo dibujo de Bonnet. Ahí está el principal encanto de Piratas de Barataria, en su excelsa recreación histórica, del entorno de corsarios y piratas pero también de los escenarios en los que acontece la historia. De hecho, los títulos de los cuatro álbumes ya son invitaciones a los lugares en los que se desarrolla cada segmento, Nueva Orleans, Cartagena, Grand Isle y Océano.
La estructura por la que apuesta Bourgne es sencilla: quiere dar a conocer el contexto histórico a través de Artemis y todo lo que rodea a la joven, y el mundo de piratas y corsarios a través de Catherine Villars, patrona del barco La flecha, y todos los personajes que hay junto a ella. Dos mujeres fuertes que esconden secretos y con las que Bourgne cae en una excesiva sexualidad que quizá sea lo que más chirría de toda la recreación histórica que acomete, pero que no sobra en el contexto más aventurero de su propuesta. La serie arranca con el misterio de la identidad de Artemis y del secreto que hace que deje Francia y en el arranque de cada uno de los álbumes subsiguientes va recorriendo el pasado que sirve para que el lector comprenda finalmente las razones de su marcha y del secretismo que rodea su misión.
Con todo, lo mejor, en todo caso, lo propone Bonnet en la parte gráfica. No hay más que ver el primer barco que dibuja, en la primera viñeta de la página inicial, para sentirse automáticamente transportado al mundo de 1812 que ilustra. Y eso que es un barco que se ve con la escasa iluminación de la noche. Cuando esas imponentes figuras reciben la luz del día son todavía más impresionantes. Barcos, buques y fragatas son la mejor carta de presentación de Bonnet, que dota a la historia de un envoltorio incomparable y magnífico, también con detalles como el vestuario, el mobiliario o la arquitectura, todo ello para lograr la inmersión inmediata en la época descrita. Piratas de Barataria consigue así, en todo caso, que sus personajes sean carismáticos y reconocibles, mérito que se ha de añadir a lo que realmente hace de esta serie algo especial, el ya mencionado esfuerzo documental que haga creíble la aventura propuesta.