Magnolicidio en las Carmelitas

Alegato de Salvador Gutiérrez en defensa de la plaza de las Carmelitas

En plena primavera veleña, con el brío de la savia recorriendo sus hojas, los magnolios de la Plaza de las Carmelitas esperan en el corredor de la muerte. Están a punto de ser ejecutados, no con una amable inyección letal, sino con el tajo inmisericorde de un hacha asesina.

De nada han servido las más de dos mil firmas pidiendo clemencia por esos centenarios árboles. De nada sirve la desaprobación de los vecinos, la repulsa casi unánime por un acto de barbarie e incivilización.

¿De verdad que el alcalde de Vélez no quiere parar esa inminente decapitación? ¿De verdad que un proyecto arquitectónico –al que nada le estorbaría la permanencia de los magnolios- se va a imponer a la voluntad y al sentido común del pueblo? ¿De verdad, que la teoría y los fríos planos van a imponerse a la práctica y a la vida?

Quizá haya llegado el momento en el que las firmas de protesta se conviertan en palabras. Y que las palabras se conviertan en manifestación colectiva.

No podemos consentir que vuelvan a arrancarnos de cuajo un trozo de nuestra historia y de nuestra cultura paisajística. Vélez no puede construirse a base de arrancar lo mejor que tenemos.

¿De verdad no va a llegar una llamada de indulto a última hora?