The Jordis
Columna de Segismundo Palma
El independentismo ya tiene sus primeros mártires. Jordi Sànchez (nótese el acento grave en la a, prohibido por la RAE en el uso del español, y es que un apellido tan asquerosamente mesetario hay que catalanizarlo como sea, afrancesarlo, ya saben, la genética superior y tal) y Jordi Cuixart, líderes de ANC y Òmnium. El brazo civil del Govern. Tentáculos culturales de inmersión, bajo profundidades abisales, en el mantenimiento de la marginación del castellano parlante. ¿Por qué lo llaman cultura cuando es xenofobia? Un nuevo triunfo conceptual del independentismo. Admirable. Pero todo, de buen rollo, como siempre. Dos Jordis, amables, bien hablados, serenos, que en sus estudiadas intervenciones logran transmitir una tranquilidad inofensiva que te hacen somatizar un atinado desapego por el conflicto, subestimándolos.
El Dúo Dinámico del independentismo entra en prisión sin fianza por delito de sedición: alzamiento público contra la autoridad, aunque debe ser violenta y The Jordis, el pesebre civil amamantado por la Generalidad con nuestros impuestos, esto, lo trabajan muy bien: con florecillas silvestres, bastardeando ‘Imagine’ y ametrallando de civismo una propaganda tan negra que, como ya hemos dicho en esta columna, al mismo Goebbels se la pondría dura. El último artefacto, un vídeo copiado de la propaganda del conflicto ucraniano: burdo y mentiroso como un camello de trapicheo a las cinco de la mañana en un antro infecto del lado más oscuro de la ciudad. Sólo asequible para yonquis internacionales de la secesión (cualquier secesión) Agit Prop audiovisual, viral por lo infeccioso, como un estallido de pus. El talego para sus líderes les ha pillado tocando la cacerola, porque esta pieza se sale del estándar de calidad que, reconozco, su propaganda se trabaja con exquisita profesionalidad ante la inacción comunicacional del gabinete de prensa de Moncloa, que parece dirigido por tres becarios púberes jugando al Candy Crush prestado por Villalobos. The Jordis forman parte de la trama civil del golpe de Estado, como el gerundense Juan García Carrés, único imputado civil en la rebelión militar del 23F. ¿Nos pareció alguna vez García Carrés un preso político? Se chupó dos años. ¿Qué cambia ahora? La cobardía del Estado. Llevarse por delante a The Jordis y no tener toga de ir a por Trapero, Forcadell, Junqueras y Puigdemont. Soplar y sorber. Demostrar autoridad pero dar cuartelillo. Rajoy y Soraya, equidistantes y proporcionales, siguen en palacio, escanciando sus vergüenzas. ¿Por qué a The Jordis sí y al resto no? Los renglones torcidos de la judicatura son inescrutables. ¿Quién los escribe? ¡PUM!