Opiniones

Nos la jugamos en Francia

Se dan momentos cruciales en el devenir político de los países que amenazan con perturbar la marcha de la Historia. Ver­bigracia: el del próximo domingo 7 de mayo en Francia, con la elección de su Presidencia entre la nacionalpopulista Marine Le Pen, anti Unión Europea, y el socioliberal Emmanuel Macron.

Vaya por delante, que el perfil del político que me seduce tiene mucho de humanista, algo de filósofo y poco o nada de ideología. Como Churchill, Mendés-France, De Gaulle, Edgar Faure, Rocard, Azaña, Borrell. O nuestros Pepe Gámez o José Mª Matás. Lo que no es ninguna garantía; pocos intelectuales han dado la talla gobernando. 

No obstante, ante esta encrucijada europea, mi voto es de Macron. Alguien capaz de enamorarse de su profesora, con 24 años más que él, y romper convenciones casándose con ella. Ya filósofo (tesis sobre Hegel), con 20 y pocos años colaboraba al alimón con el gran filósofo Paul Ricoeur, mientras se preparaba para la ÉNA, donde se forma la elite francesa. 

Joven y brillante, de ministro de economía con Hollande a candidato favorito para presidente. Y exbanquero; que chirría, pero conveniente para saber maniobrar en el capitalismo global y la economía de Estado. Con­secuentemente, ya estarán los populistas jibarizándolo a diestra y siniestra con la cantinela de ‘¡Macrón, banquero!’. Claro, son la tropa del proverbio chino: “Cuando el genio señala la Luna, los necios miran el dedo”.

¿Podría ser Macron el hombre providencial capaz de fajarse contra el asalto a la razón de la galopante islamización de Europa? ¿O ya es demasiado tarde?