Desafección e individualismo

¿Les suenan estas palabras? Indigencia, guerras, injusticias... ¿Quién las propicia? 

El egoísmo y la despreocupación del resto de la humanidad. ¡Y no tengo ninguna duda! La manera de descifrar la existencia y proporcionar sentido a la misma, se perfecciona no simplemente con elementos técnicos, sociales o económicos, sino también con gestoshalagossilencios, y palabras. Estos incentivos son obligatorios para permanecerpuesto que el organismo irrumpe en un proceso de abatimientomalestar y caídaVivir en la superficialidad del pensamiento, de las emociones y de las sensaciones debe ser violento... ¡Más que la angustia! Estamos inmersos, hoy día, en un entorno de competencia, no de servicio a la sociedad, es decir, no existe la auténtica cooperación. Esta sociedad actual está obligada a introducir en su pensamiento todo tipo de diferencias, ya que nadie debe superior a nadie, y no se deben hacer comparaciones de esas que denominamos odiosas. Hemos de transmitir a nuestros semejantes, los que se lo merezcan, la bondad que llevamos dentro, no hemos de desaprovecharla, ya que eso a la larga puede convertirse en padecimiento. Los sentimientos son primordiales en el ser humano : intimar, apreciar y felicitar a los que nos rodean debería ser esencial para combatir la desafección y el individualismo instalado en la sociedad. Creo que el sentido común brilla por su ausencia, se disipó hace tiempo, y el patrón social que predomina es el materialista, el insolidario, el que sólo piensa en sí mismo y rechaza de forma asidua los sufrimientos de los demás. ¿Es posible que esta sociedad pueda cambiar esos hábitos que están envenenando la convivencia? Pero debemos tener presente que en numerosas ocasiones el que envenena la convivencia es el foráneo que llega a nuestro país.