Las palabras pasan a ser herramientas imprescindibles para hacernos pensar, evocar nuestros recuerdos y darnos fuerza para seguir adelante. Los cuentos de según qué literatos (Emilia Pardo Bazán, Leopoldo Alas “Clarín”, Unamuno, Ignacio Aldecoa, Mario Benedetti...) tienen ese poder ya que con la imaginación desarrollamos nuestra creatividad. La imaginación no tiene límites, es infinita y junto con la fantasía, nos traslada al maravilloso mundo de los sueños. Los niños visitan este mundo con mucha frecuencia, pero no ocurre lo mismo con los adultos que, por desgracia, se olvidan muchas veces de él... ¡Y también de que fueron niños! Deberíamos permitirnos volver a conectar con este mundo, viajar a través de la fantasía y la creatividad y jugar con todos nuestros sentidos, permitiéndonos visitar el país de los sueños y mostrándonos como, a través de los personajes, podemos encontrar una solución a nuestros problemas y estimular la ilusión por la vida. Sí, porque sin ella estamos prisioneros de nuestra propia monótona existencia. También es bueno indicar que la falta de libertad, extrae todo lo bueno y lo malo del ser humano, activando en muchos momentos el miedo y encadenándonos a él. Muchos libros conectan con nuestros valores y emociones, y nos ayudan a enfrentarnos a esos difíciles momentos. Sus personajes aprenden a enfrentarse a la ignorancia y resuelven los problemas que les surgen con la ayuda del conocimiento y la sabiduría y, cómo no, con la experiencia de esos mayores que quieren enseñar a los más jóvenes el poder de la imaginación, los valores personales y la importancia del saber para resolver los conflictos que se nos presentan en la vida.