El Pueblo Libro
Entre barrancos, acequias, castaños centenarios, abedules, robles, chopos, y bajo un cielo de azul inmenso que siempre es promesa de mar en la lejanía, mirando al sur, los pueblos de Alpujarra de la Sierra son sueños de lo apacible y sereno. Allí, el silencio sólo es roto por el rumor de las aguas o de las frondas.
Estas sensaciones me llevaban de la mano por las calles de Yegen. Iba tranquila, es imposible que los nervios acudan a ti en estos parajes en los que la naturaleza, el trazado urbanístico y las constantes referencias literarias te dan la bienvenida a un mundo más grato, más reconfortante, un mundo donde la palabra prisa no tiene entrada en su diccionario.
Dejamos atrás un parque infantil rodeado de paneles, páginas gigantes que narran e ilustran la historia de Norberto, un dragón amable que sobrevuela Las Alpujarras, para derivar a otra plaza, esta vez, un monumento a El Principito en su asteroide B612 alzándose entre libros y hermosos rosales; y es que estábamos metidos en un pueblo que es literatura, estábamos recorriendo las calles del proyecto Pueblo Libro para acceder al centro cultural en el que la poesía iba a ser la protagonista en las voces de chicos y chicas de Cadiar, Órgiva, Lanjarón, Ugijar, Mecina Bombarón, Yegen y Válor.
Recuerdo unos versos de Gerardo Diego, Y vuelvo al jardín soñando, / apretando contra el pecho / flores que van despertando, y no puedo más que establecer un paralelismo con la labor que se realiza en Alpujarra de la Sierra, convirtiendo el término municipal en bibliotecas y referencias bibliográficas e ilustradas a pie de calle. También saben, quienes están ilusionados con este proyecto, que son los más jóvenes las semillas del futuro, y hacia ellos dirigen gran parte de su esfuerzo. Así, aliados Ayuntamiento de Alpujarra de la Sierra, asociaciones culturales, como las de Lanjarón y Abuxarra, y profesorado, inauguran cada curso escolar con una siembra poética. La semilla, el poemario ganador del Certamen Andaluz de Poesía. La cosecha, el poemario producido por el alumnado.
En el poemario Entre maullidos y zureos fui desgranando recuerdos de mi niñez más temprana, en los que las estampas del barrio de La Villa en Vélez-Málaga, mi calle y mis gentes eran las protagonistas. Estos poemas cruzaron los aires de la Axarquía para quedarse en Alpujarra de la Sierra; al tiempo, las vivencias y recuerdos de sus jóvenes estudiantes, se vendrían conmigo en forma de antología poética. Y mientras pensaba que los escolares de esa bellísima comarca quedaban hermanados esa mañana de diciembre por ese encuentro de música y convivencia, de lectura y poesía, sentía a la vez que, de alguna manera, también Axarquía y Alpujarras quedaban hermanadas. Los poemas de Entre maullidos y zureos son un testimonio poético de una manera de vivir, de estar en un mundo del que ya apenas quedan vestigios. Sin embargo, ¡qué importante es saber de dónde venimos! Tanto, como el saber que no hay camino, se hace camino al andar. Y en ese andar, en ese caminar la vida, en esa siembra, algo nuestro queda, algo de semilla hay en cada uno de nuestros actos, que si los realizamos a conciencia y con amor, seguro darán flores y frutos.