Es costumbre secular y universal el agasajo entre personas, a modo de felicitación en fechas señaladas, como la Navidad en el caso de nuestras culturas de raíz cristiana. Lo que ya no es tan consabido es el tipo de regalo. Dilema que me permite la libertad de elegir el obsequio que me venga en gana, sin por ello transgredir las buenas maneras y las esencias de la tradición en estos menesteres.
Y es que se me ha ocurrido felicitar la Navidad a los axarqueños con un fragmento del pensamiento (el que quepa en esta página) de Javier Gomá; vertido en el libro Muchas felicidades (Ariel) junto a los de Fernando Savater y Carlos García Gual. Y me gustaría hacerlo desnudo de datos, con el fin de ofrecer un pensamiento en sí, en tanto que fruto de un filosofar, sin por ello tener que sentir la ‘presencia’ del autor. También sin mi opinión, aunque obviamente el texto elegido, entre tantos, lo es porque me ha impactado. Por demás, ahí están Internet y You Tube.
Pensador o filósofo, aquí entendido como aquella persona que a través de su vida ha dedicado sus esfuerzos intelectuales, sociales y económicos, e incluso físicos, a desarrollar al máximo su potencial racional. Ejemplaridad de vida cultivada, ésta de Gomá, que a los deficitarios del pensar nos ofrece la oportunidad de ser mejores, pensando más y mejor.
Ya sé que, para este caso, la norma sería regalar un libro a cada lector, pero libros ya regalo bastante. Sí, mejor ‘un pensar’, a riesgo de que muchos me acusen de regalar humo…