Entevista literaria al profesor y músico Jesús Aranda
JUAN CARLOS URIA
El trecho que separa el centro de adultos del restaurante es corto. La Costa del Sol brinda con un día de otoño. De los que gustan. Fresco y luminoso. Azul y transparente el cielo. El ambiente, seco. Con el viento de poniente. Del que ‘pela’ si eres del Sur. Jesús Aranda tiene el andar tranquilo. Parece que se dejara llevar al compás de sus reflexiones. Como si estuviese constantemente cavilando al ritmo de un metrónomo: Tic, tac, tic, tac… Porque Jesús es un hombre de letras atrapado en un pentagrama y la música se enreda en sus neuronas. Busca las herramientas adecuadas para analizarlo todo. Para desenredar la maraña de ideas que le rondan la cabeza. Y no se queda tranquilo hasta ver que todo está en orden. O que quizás algún día pueda estarlo. “Reivindico el valor de la música como expresión de todas las inquietudes humanas y, si en ello está denunciar o poner sobre el tapete injusticias o abusos del tipo que sean, me parece bien”.