Opiniones

De espaldas a la historia

En la presentación de El Capitán Cautivo, el recién fallecido Juan Antonio Lacomba decía: “Antonio Jiménez nos recuperó el ‘humanismo posible’ que Cervantes rezuma, y nos propone a Cervantes y el Quijote como referentes a los que asirse en estos tiempos revueltos y en los que podemos encontrarnos todos”. Un humanismo que proponía, y propongo, para personas sanas de espíritu y de cuerpo, desorientados y sin fortuna, pero que aún se bastan con la justicia social, los derechos humanos y, si cabe, con el respeto de los demás. La igualdad de derechos es el paradigma. Todavía estamos en un estado de razón, de cultura, de bienestar.

Sin embargo,hay otros estadios de la existencia como el ‘estado de necesidad’ o, para mejor entendernos, de extrema necesidad. Situación de miles de millones de  personas —hundidas en el fracaso o la miseria, espiritual o física—, en la que ni las promesas de los políticos, ni las quimeras revolucionarias, ni las conquistas sociales, ni tan siquiera un milagro de la ciencia, les alcanzan.

Pero, ¡aleluya!, también hay otros mensajes capaces de consolar al ‘necesitado’ con palabras y gestos de amor, de comprensión, de piedad, de bondad, de humildad, de generosidad. Tal como el mensaje cristiano, tan vapuleado por las capas más pudientes de la sociedad..., sencillamente porque no se ven de este mundo.

Y es que la más progresista de las sociedades, la europea, de siglos viene empeñándose en confundir el mensaje cristiano con el mensajero (Iglesia).

De espaldas a la Historia, el mojigato neutralismo laico está dañando Europa.