Inmenso error
Columna de Antonio Jiménez
Más allá de sus célebres ‘malagueñas’, algo sobresale en la obra de Juan Breva: la fundación de todo un género del arte, el ‘flamenco andaluz’. Que venía a complementar el preexistente ‘gitano-andaluz’, conformando así los dos troncos originarios del actual Cante Flamenco. Será en 1881, cuando el histórico libro Cantes Flamencos de ‘Demófilo’, el padre de los Machado, documenta la integración en el arte flamenco del ancestral y genuino cantar malagueñero de Juan Breva.
La vigencia del breviano género flamenco, perduró mientras la memoria de su creador y principal intérprete se mantuvo viva en el recuerdo de la afición y el interés de los estudiosos. Hasta que “el rey del cante malagueñero” era expulsado de la malagueña por la flamencología de Málaga, para ser marginado en el rincón de ‘la bandolá’. Un estilo que no consta en el flamenco, considerado “fantasmal” por la mejor flamencología.
Fue en 1965, cuando la famosa sentencia de Pepe Luque Navajas explotó en el mundo flamenco: “¿Malagueñas de Juan Breva? Error; no es de buen aficionado llamar malagueñas al cante de Juan Breva”. A la que Navajas, impertérrito, añadía: “Siempre se mantuvo Juan Breva fiel a su [bandolá]. Nunca intentó cantar ni crear malagueñas”.
Inmenso error, el de tan arbitraria sentencia. Dado que, al par, condenaba al olvido el género flamenco puramente andaluz, exento de influencias no vernáculas, que Juan Breva elevó a los altares de la cultura malagueña y andaluza. Evolucionando el “bizarro” (Luque, dixit) fandango verdial de Vélez-Málaga, sobre el que el legendario veleño forjó su imbatible verdad cantaora.