La cera que arde
Columna de Antonio Jiménez
Exhibida urbi et orbi la ‘posverdad’ del independentismo catalán y su repleto zurrón de trampas y cinismos, ha llegado la hora de la verdad pura y dura. No queda más cera que la que arde: o Puigdemónt (¡un tipejo contra la mayoría y 5 siglos de historia!) niega mañana jueves que la independencia está declarada, o el Estado español se verá obligado por la razón y la Constitución a impedirla como bien sepa o pueda.
Que las consecuencias de la “proclamación exprés de la república”, anunciada hoy miércoles 18 por los soberanistas para este fin de semana, serán traumáticas e impredecibles, es una inquietante obviedad. El mediático pasteleo grouchomarxista, ha terminado. Pedro Sánchez finalmente ha cerrado filas con Albert Rivera en el apoyo al Gobierno para una hipotética activación del artículo 155 de la Constitución. Mientras Pablo Iglesias, autodesautorizándose para la causa española, se entretiene alimentando el huevo de la serpiente nacionalista.
Al final de mi anterior columna, escribía: “A la vista de los caóticos efectos colaterales del Golpe, él solito caerá”. Ingenuo de mí, olvidé lo aprendido durante mi largo doctorado en separatismo por la universidad de Torre del Mar: Que la esencia del nacionalismo es la insaciabilidad. Contra ella, en el caso catalán que nos ocupa, ni el frío fuera de la Unión Europea, ni la estampida de sus grandes empresas, ni la espantada de los Messi y cía., tienen nada que hacer.
En fin, con un pie en el abismo, solo nos queda a los españolitos esperar que, coincidiendo con la salida del Noticias 24, el ‘seny’ haya vuelto a Cataluña.