Lecturas de verano
Columna de Antonio Jiménez
Más allá de las guías de urgencia, pareciera que el vacacional verano, ¡por tantos argumentos!, invitara a lecturas relajadas y cosmopolitas, de ciudades o escritores. Naturalmente, mucho dependerá de que hayas elegido entre apartados y exóticos rincones (Las Hurdes o Atacama), donde te podrías atrever con aquellos libros de María Zambrano, o El Capitán Cautivo, para los que nunca encontraste la ocasión propicia de hincarles seriamente el diente. O te haya tentado el bullicio costasoleño, o el rioplatense, que no te van a permitir ir más allá de algunos poemas de Joaquín Lobato o los haikus de Antonio Serralvo.
Yo, que por no tener presupuesto, no estaba en estos turísticos berenjenales, sin salir de las Carmelitas me he topado con lo mío. Distraídamente pensando en un libro ‘ligero’ para este agosto, al tiempo que ojeando entre los que siempre tengo más a mano a la espera de que algún día los atienda, pude exclamar: ¡Bingo! Éste es el mío.
Título: Las ciudades y los escritores; autor: Fernando Savater. Una breve (pero bien sazonada) visita a las ciudades que me fascinan, de la mano de los escritores que más y mejor me han acompañado a lo largo de mi ya larga vida (y, por el índice, veo que también a Savater): El París de los existencialistas; La Lisboa de Pessoa; La Londres de Virginia Woolf; La Florencia de Dante; La Edimburgo de Stevenson; El Madrid de Cervantes, Lope, Quevedo... ¡Tesoros de la vieja Europa que viví!
NOTA: Como no soy Juan Palomo, en el próximo número guisaré algo de artistas y Cómpeta... para ustedes.