Opiniones

Los únicos

Columna de Antonio Jiménez

Con autoridad, hoy (2020), sabemos que llevamos dos siglos clamando al universo por si alguien tiene a bien contestar si hay algo por ahí fuera. Nada se ha escuchado hasta ahora. Pero quienes lo propusieron no fueron los rusos, ni los yankies... 

Fue en 1820, cuando el matemático alemán Gauss, para poder dialogar con los selenitas o marcianos, pensó reproducir a escala gigante, en la Siberia rusa, el triángulo rectángulo del Teorema de Pitágoras. La lógica del intento era evidente: los seres que se suponía que habitaban la Luna y Martes, sabrían distinguir aquellas figuras geométricas y descubrirían que la Tierra está habitada por seres inteligentes. Más tarde, a principios del siglo XX, Nikola Tesla y Marconi centraron la transmisión de mensajes con señales de radio. Pero fue el segundo el más interesado, teorizando que solo las matemáticas eran las más idóneas para entendernos con los extraterrestres. En la actualidad, Carl Sagan y Francis Drake difundieron la primera emisión de radio intergalactica en 1974 desde el radiotelescopio de Arecibo (Puerto Rico).

Antes con la intuición y ahora con la convicción, a la vista del gran reino animal, entiendo que los terrícolas somos los verdaderos dueños del universo. Por muchas razones, pero especialmente por una meramente azarosa: con el paso de cientos de miles de años hemos venido adquiriendo la capacidad de interpretarnos e interpretar todo aquello que nos rodea universalmente. ¡Somos (por azar) los ‘únicos’ seres inteligentes del mundo!   

Y es que -amén de comprobar si estamos solos en el universo- hay otra razón más importante que el progreso de la inteligencia del hombre: ahondar en el conocimiento de la condición humana.