Perdonen las molestias
Columna de Antonio Jiménez
“Si Antonio Jiménez está convencido de que algo es positivo y supone un avance para la convivencia, lo dirá, lo escribirá y, además, tratará de llevarlo a cabo, sin preocuparse por si alguien se molesta”. Así opinaba Antonio Souviron (alcalde y concejal de Cultura que fue de Vélez-Málaga) en su presentación de la conferencia que sobre Juan Breva pronuncié en el Ateneo de Málaga. Pues discrepo, don Antonio: me duele, y hasta me perjudica, mantener el compromiso intelectual de “molestar” (Zola & Dreyfus) por mor de las ideas, que no de las personas. Naturalmente, querido Antonio, alardeo tal discrepancia en la convicción de que para ti no significa ninguna molestia.
Recurro a ella para manifestar mi desazón por cómo se maneja la ‘cuestión breviana’ en Vélez-Málaga (y Málaga), en el primer centenario de su muerte.
Puro Freud: si no se mienta la soga en casa del ahorcado, el humus cadavérico del Breva persistirá sobre las efímeras soflamas y loas institucionales. Trabajo en balde, si de manera explícita no comparten las tesis que denuncian la histórica expulsión del veleño de la órbita flamenca, en 1965, cuando Navajas decretaba su destierro al rincón de la bandolá.
Incluso obras tan redondas como ‘El canario más sonoro’ de Salvador Pendón, quedarán como un viento que pasa... hasta que la autoridad malagueña que arruinó al Breva no rehabilite el rascacielos flamenco del veleño. Pública demanda, flamenca y moral, en la que su pueblo (cabildo y afición) debe estar el primero. Hacer la vista gorda ante tamaño atropello cultural y patrimonial, sería un pecado de lesa veleñez.
A lo Savater, perdonen las molestias.