Plaza de las Carmelitas 3
Columna de Antonio Jiménez
Mucho me temo que por estos lares contraponer el proyecto del arquitecto Pozuelo para la remodelación de Las Carmelitas, ya bendecido por la alcaldía, con la opinión de un carmelitano de toda la vida ─que apuesta por: “¡A lo sumo retocarla con mimo y buen sentido!”─, pueda resultar pueblerino a nuestros ‘modernos’. Salgamos, pues, del pueblo, para ver algo de lo que se habla en el actual debate urbanístico en España...
José Mansilla, del Institut Català d’Antropologia (ICA): “Los bancos tradicionales de las plazas se sustituyen por individuales, alejados unos de otros, de tal forma que son para sentarse unos momentos, no para conversar (...), o las transforman en plazas duras, de paso, aplanadas, donde la gente no se pueda parar a hablar”. “Si quieres una ciudad postal para los turistas tienes que quitar a la gente de en medio. Sobramos”.
El arquitecto de Paisaje Transversal, Jon Aguirre Such, propone como un modelo a seguir el proyecto que se le encargó al estudio Lacaton & Vassal en la ciudad francesa de Burdeos: “Se les planteó la reforma de una plaza pública y ellos estudiaron qué es lo que pasaba allí. Llegaron a la conclusión, hablando con los vecinos, de que no había que cambiar nada, sólo trasladaron algunos bancos de sitio y pusieron un poco más de arbolado”. Y se lamenta: “No existen políticas que favorezcan la apropiación del espacio público como un lugar de relación, un espacio más democrático”.
¡Aún estamos a tiempo en Vélez! Para salvar nuestra ‘amable y democrática plaza’ de una clasista e inhóspita, bastaría con la voluntad política.
Aunque tampoco sobraría embellecer la actual. Sobremanera el pavimento.