Amor y amistad

Amor y amistad son palabras que usamos casi a diario y en las que pensamos muchísimo más, aunque los conceptos que encierran no sean iguales para todos.

Eso tienen las palabras, el lenguaje, que pese a estar normalizado en una lengua común, se presta a múltiples interpretaciones. Hay una preciosa canción de Serrat que, estrofa a estrofa, va desentrañando el significado de la palabra amigo, para en la última completar: Decir amigo/ se me figura que/ decir amigo/ es decir ternura/ Dios y mi canto/ saben a quién nombro tanto. Y es que, si seguimos el hilo de la canción desde el principio, nos damos cuenta, también por experiencia propia, que el sentimiento de amistad es como una segunda piel, hecha a base de vida en común, de pequeños y grandes detalles, alegrías y penas compartidas, sueños y fracasos, que se nos ha adherido en alguna parte del camino que llamamos vida. A veces son amistades que vienen de lejos, de nuestra infancia o juventud.  Otras, esa amistad, ese amor, nos viene a encontrar en algún recodo de la existencia, nos espera para toparse con nosotros tras alguna esquina. Nos sonríe y lo reconocemos.

Acabo de leer Canciones de amor a quemarropa y, la verdad, creo que lecturas como estas son más que necesarias para recordarnos lo que realmente importa en este ratito en común que viene a ser nuestra historia. Un tiempo preciado y precioso que se nos ha regalado para aprender y comprender, para amar y amarnos, para construir y compartir, para dejarnos acariciar por el sol y la brisa, para sorprendernos con la belleza.

Con una  prosa exquisita, el estadounidense Nickolas Butler  nos traslada al pequeño pueblo de Little Wing, en Wisconsin. Nos hace viajar a toda velocidad por las carreteras del medio oeste norteamericano, nos hace ver el rojo y amarillo de los arces, escuchar la melodía que producen los colores de un atardecer; o sonreír con ilusión ante la visión de los ciervos que corretean despreocupados. Un relato en las voces de cinco amigos que se van simultaneando para crear una bellísima polifonía. El relato de una amistad que se forja en la infancia y que, pese a que cada uno de los protagonistas haya tomado  distintos caminos, continúa viva. Una amistad no exenta de problemas, de celos o de rivalidades, pero en la que siempre prevalece el amor hacia el amigo.

Amor y amistad, dos conceptos para abarcar mucho de lo positivo que el ser humano contiene: la empatía y el respeto, la generosidad y la lealtad, el compromiso y la libertad, la complicidad y la escucha, la comprensión, y otra vez respeto, mucho respeto… Dolerse y alegrarse, levantar a la persona amada si tiene un traspié. Aquí está mi mano, aquí mi hombro. Aquí mi abrazo, mis besos. Te siento, te quiero y te escucho. Reír, bromear, vivir fraternalmente… Son valores en los que hay que insistir y reivindicar, porque siendo como son, valores universales, últimamente están demasiado nublados por el narcisismo y la codicia.

Todos tenemos nuestras  canciones de amor a quemarropa.Y si no las oímos, quizás sea porque no nos hayamos fijado bien en esas pequeñas cosas que hacen que, de vez en cuando, la vida se nos despliegue, como un atlas.