Mirada de artista
Cada uno es artista por algo, para algo, en algo o de algo. El arte es el mediador de lo inexpresable y todos tenemos, a veces, cosas que no podemos manifestar con los lenguajes habituales, sintiéndonos obligados a utilizar una manera diferente a lo conocido para expresarnos. Eso es lo que llamamos ‘arte’.
Decía nuestro extinto amigo Joaquín Lobato que “el arte no se puede explicar”, que, cuando se explica, deja de ser arte. Y es que al ser un lenguaje tan individualizado, tan único, tan distinto a lo conocido, resulta, las más de las veces, de extrema dificultad el interpretarlo con acierto.
Vélez-Málaga “…es tierra de artistas, de poetas y pintores…” -como cantara Pepe Luis Conde - y sus lenguajes son variados y abundantes. “Debe ser el agua…”, decía Paco Hernández, que no se explicaba la concurrencia de tanto arte en estas tierras…
Escultores, músicos, pintores, actores, poetas…, toda una nómina de creatividad que enriquecen a esta bendita tierra, la hace afortunada, distinta y bella, repleta de capacidades y con características envidiables. Elementos, a veces ‘invisibles’, que dan sentido a aquel pensamiento del Principito cuando decía aquello de que “lo esencial es invisible a los ojos…”.
Desde la filosofía de María Zambrano a los cantes de Juan Breva, median los cuadros de Antonio de Vélez, las esculturas de Antonio de la Jara y Pepe Casamayor, los poemas de Joaquín Lobato, las romanzas de Aurelio Anglada, las ermitas transparentes de Evaristo Guerra, las obras de teatro de Enrique Sánchez de León, las novelas de Guillermo Herrera Lafuente, las semblanzas de Juan Antonio Salido, los cantes de Gitanillo, los artículos de Margarita García-Galán, los libros de Fray Rafael de Vélez… Y es que nuestra ciudad ha sido una constante productora de artistas. Y no solo en nuestra época. Ya antes de la conquista castellana, en la época islámica, Vélez fue famosa por sus literatos, filósofos e historiadores, cuyos nombres aún reverberan. Cualquier antología de autores árabes andalusíes nos hablan de veleños como el poeta Ibn Al-Murabi Al Azdi, el erudito Aben Alkhamad (Mohammed Ben Ahmed Ben Daud Abu Abdallash), el literato Albalexi Ben Ali, el historiador Ali Ben Mohammed El Hasani, etc.
Y es que muchos de los de esta tierra han tenido una mirada de artista que han compatibilizado con otras ocupaciones, como el cura Esteban José de Alba, que escribió la Biblia en Verso; el médico don Luis Téllez, que investigó la Historia de la ciudad; el fraile carmelita Anastasio de Santa Teresa, que publicó la Historia de la Reforma Teresiana; el comerciante Miguel Bergillos, que escribió el Romancero de Vélez-Málaga; y así podríamos continuar con un larguísimo etc.
Por las calles de la ciudad vagan espíritus de veleños que en otras épocas miraron la vida con un enfoque especial, con creatividad, luz, color y música. Aún hoy, una pléyade de veleños, aunque no lo sepamos, viven su tiempo con otra mirada, con otra manera de pasar su tiempo vital...
Que por nuestras calles aparezcan esculturas; por nuestras plazas, mosaicos; por nuestros rincones, vestigios de otras épocas... Es una bendición que un patrimonio histórico, rico y hermoso, se vea salpicado abundantemente de salas de exposiciones, museos variados, centros y escuelas de arte, escuelas de música, grupos de teatro, amigos de la cultura...
Es normal que muchos foráneos admiren nuestra tierra por sus monumentos, sus artistas, su movida intelectual, su visión cultural... Porque, a pesar de las deficiencias, que son muchas, aparecen por todos los rincones muestras del ‘alma’ más singular del Vélez-Málaga milenario.
Y es que, entre clarisas que cantan, médicos que escriben, académicos que reivindican, pintores que sueñan..., tenemos una ciudad con arte. Con mucho arte.