Ramón de la Sagra y Torre del Mar
El Informe sobre el cultivo de la caña y la fabricación del azúcar en las costas de Andalucía fue publicado en 1845 por don Ramón de la Sagra, un personaje desconocido para la mayoría de los andaluces y, sin embargo, estrechamente relacionado con la historia de la industrialización de Andalucía.
Fue en Torre del Mar donde, al hilo de un proyecto industrial aplicado con objetivos económicos y sociales más amplios, llevó a cabo el experimento. Aquí ideó y estableció una empresa de transformación de la caña, que ya se cultivaba en la zona desde tiempo inmemorial, para convertirla en azúcar con procedimientos industriales de vanguardia, y con una organización capaz de proporcionar riqueza y bienestar social.
Ramón Dionisio José de La Sagra y Peris, gallego, nacido en La Coruña el 8 de abril de 1798, era hijo de un “antiguo maestro racionero de baxeles de SM”, comerciante matriculado en el Real Consulado de la ciudad, de cuya Junta de Gobierno llegó a formar parte entre 1796 y 1805. Tras su formación académica en la Escuela de Artes y Navegación coruñesa, en 1813 se trasladó a Santiago de Compostela para continuar su formación militar y universitaria, residiendo en el Colegio de Cadetes de San Clemente. Allí entabló relación y se afilió a la masonería, participando activamente en la conspiración contra el absolutismo protagonizada por el capitán Aldea, que fracasó, siendo denunciado a la Inquisición, motivo por lo cual desaparece de Galicia en 1818.
Vivió en Madrid, viajó por varias ciudades francesas, residió un primer tiempo en Cuba, donde obtiene la cátedra de Historia Natural en La Habana, y, hacia 1820, se casa con Manuela Turnes del Río Maldonado. Y durante los doce años que La Sagra permaneció en Cuba, impulsó grandemente los estudios de Geología, Botánica, Mineralogía, Estadística y Climatología. En 1825 publicó en La Habana un libro titulado Conclusiones públicas dispuestas para la Cátedra de Botánica-Agrícola del Jardín de la Habana, y recopila documentación para una gran obra, que se edita en París en varios tomos, entre los años 1838 y 1860, titulada Historia Física, Política y Natural de la Isla de Cuba.
Tras la etapa americana, Ramón de la Sagra vuelve a Europa y, entre 1845 y 1847, dedica sus esfuerzos a la constitución de una empresa azucarera en Torre del Mar y a propagar sus doctrinas sociales en la Academia de Ciencias Morales y Políticas de Francia. En el otoño de 1846 gestionó la compra de un antiguo trapiche en Torre del Mar, creando una empresa que llamó Sociedad el Porvenir, que trataba de combinar y complementar con la creación de un banco agrícola y de una caja de previsión para los labradores y operarios. El proyecto, altamente ambicioso, contemplaba, además, la posibilidad de extender el proceso de industrialización a las industrias harinera, fábrica de jabón y elaboración de aceite.
Para hacer realidad el proyecto en Torre del Mar tuvo que superar múltiples dificultades, a las que se unieron accidentes desgraciados como el hecho de que la maquinaria adquirida para la azucarera torreña se hundiera en el mar, al naufragar el barco que las trasladaba a las costas malagueñas.
En su revista El Azucarero, que aparece en 1846, Ramón de La Sagra cuenta su drama, haciendo un amargo balance de su triste experiencia: “…Ante los contratiempos, el ingenio de Torre del Mar no ha podido moler más que poco tiempo y malas cañas, por ello el cálculo fabril salió fallido...”.
En 1847 la Sociedad Azucarera el Porvenir había pasado a propiedad de don Juan Nepomuceno Enríquez, quien, en 1852, la vendió a Larios Hermanos y Cía, que le cambiaron el nombre por el de Nuestra Señora del Carmen, transformándola, al poco, en la fábrica de azúcar más importante de la costa. Ramón de la Sagra murió en Suiza el 25 de mayo de 1871.
Hace unos años apareció un facsímil del Informe sobre el cultivo de la caña y la fabricación del azúcar en las costas de Andalucía, presentando la empresa azucarera peninsular, por D. Ramón de la Sagra. Comisionado por la misma. Este “informe” había visto la luz en Madrid en el año de 1845. La edición nueva, una iniciativa de la empresa editorial Asukaría Mediterránea, SL, con la colaboración de la Diputación de Málaga, fue una joya para los estudiosos, gozando de una extraordinaria introducción de la profesora de la Universidad de La Coruña, la doctora Ascensión Cambrón Infante.