Romerías
Columna de Francisco Montoro
La Romería de la Virgen de los Remedios inició una etapa romera moderna, tras la llegada de la democracia, a la que, en pocos años, se unirían otras en el municipio veleño como la de la Virgen del Carmen de Torre del Mar, la de la Inmaculada Concepción de Cabrillas, el Sagrado Corazón de Jesús de Almayate, San Isidro Labrador del Trapiche...
Y decimos “etapa romera moderna” porque, antiguamente, se celebraban romerías en Vélez-Málaga, en diferentes épocas y de las que quedan muy pocos testimonios. Al menos, por varias fotografías y memoria de algunos de nuestros mayores, se mantiene el recuerdo de las celebradas tras la Guerra Civil, en los años de 1844 y 1845.
Cuando en mayo de 1979 la Peña Cosmos tuvo la feliz idea de iniciar una romería en Vélez-Málaga -hace ya treinta y nueve años-, resultaba difícil prever el éxito que la iniciativa iba a alcanzar con los años, y la repercusión y perdurabilidad que la misma iba a lograr en el conjunto del municipio veleño. Creció a la sombra del entusiasmo popular ante esta gran fiesta primaveral, donde el convivir y el compartir se convertían en un valor de primer orden, y con todo un florilegio de buenas prácticas. Es decir, todo un luminoso y colorido reguero de hermandad, proyectos en común y entendimiento.
Poco a poco, se fueron uniendo a la gran romería inicial la de San Isidro del Trapiche, la de la Inmaculada Concepción de Cabrillas, la del Sagrado Corazón de Almayate…
Una década después del nacimiento de la idea, en la décima edición romera de la Virgen de los Remedios, allá por el año 1988, cuando se llevaba a cabo en ‘La Casa de la Viña’ de Torre del Mar, el formato parecía bastante consolidado, y, aunque había cuestiones que pulir -como el hecho de evitar carricoches y otras zarandajas que metían tufillo a feria- se había alcanzado un modelo de avanzada unidad, con concurrencia masiva de las distintas hermandades al espacio común romero donde ‘todo’ el municipio veleño trataba de convivir y compartir alegría, respeto, diversión, comida y copas. No faltaban las oraciones, misas romeras, y salves ‘remedieras’... (La única romería que no estuvo presente aquel 15 de mayo de 1988 fue la de la Virgen del Carmen de Torre del Mar. Aunque sí estaban allí los torreños, sobre todo, los que no tenían complejos de participar en una fiesta de convecinos que, torpezas aparte, queramos o no, seguimos, y seguiremos siendo, siempre, hermanos en la misma tierra).
¡Daba alegría pensar que en el mes de mayo, -¡el 3 de mayo es la gran festividad local de Vélez-Málaga¡- una iniciativa romera tenía vocación de unidad, de responsabilidad compartida, de diversión en común, de visión de futuro…!
...Y fallamos las personas. El camino hacia esa gran romería, que ya se intuía como la gran romería comarcal, donde, además del ramillete de núcleos del municipio veleño, concurrieran, poco a poco, otros pueblos de la comarca, se fue apagando, alejando, estropeando, desactivando… Porque fuimos las personas, las que, por afán de protagonismo, por vanidades difíciles de explicar, con zancadillas y torpezas inconfesables, metimos a esta gran fiesta de la primavera veleña en otra fase distinta, de desencuentro y dispersión, de enfrentamientos e incompatibilidades, de capillismos, catetismos, ombliguismos y picantismos, que fueron minando esa gran propuesta de futuro y entendimiento que la Romería de la Axarquía atisbaba.
El Ayuntamiento, en gran medida, fue el responsable de que “la gran romería comarcal” que se oteaba en el horizonte, no llegara nunca a ser realidad. Hay actitudes personalistas que no pueden ser consentidas, condescendidas ni ignoradas, cuando lo que se está poniendo en juego es la posibilidad de que un pueblo disperso, que vive fracturas en muchos órdenes de la vida, desperdicie símbolos, espacios, motivos, proyectos… que le encaminen hacia un municipio unido, fuerte, competitivo, aglutinador y superador de errores del pasado, e inventor de cultura y futuro...
Seguimos por nuestra parte, con tozuda insistencia, cantando las hermosuras de una gran Romería comarcal, a contracorriente de lo que vivimos hoy, aun a sabiendas de que nos ganamos determinadas antipatías, pero con la seguridad de que, en el fondo, los más de los veleños de todas las latitudes, creencias y edades, comparten la idea de una gran romería en común.
Es época de sumar, no de restar; momentos de multiplicar, no de dividir… Las miras achatadas de muchos, la hoguera de las vanidades, la falta de madurez para la capacidad de en- tendimiento, la torpeza de quienes tienen la obligación de mediar y concordiar… nos llevan, a este municipio fracturado, a otra ocasión perdida.