Lo humano de la poesía
Columna de José Marcelo
A Marta, mi compañera poeta
Para Marta Verdura Aguilar, descubrir la poesía supone motivo de vitalidad. La poesía es el lenguaje con el que se expresa y dialoga para que el alma le revele sus secretos.
Llegar a concebir que, para vivir una vida plena, no es cuestión de tiempo, sino de vivirla intensamente. Que lo que importa es ver amanecer. Esta sabiduría se adquiere cuando se siente la alarma de que la vida está en peligro. Que lo humano de la poesía es su capacidad de desvelarnos el verdadero sentido de la vida. Esto sólo lo logra el ser humano cuando baja a los ínferos de su ser.
Marta nos presenta el poemario Luciérnagas, que es un diálogo con el alma. Lo hace con todos los sentidos y, sobre todo, con la cordialidad del latir del corazón. Emplea un lenguaje diáfano con imágenes precisas para decir lo inefable. Particularidad con la que consigue implicar al lector en la comunicación de sus sentimientos.
Cada uno de nosotros tenemos un mundo interior y una intrahistoria particular, aquella de la que hablaba Miguel de Unamuno, que está formada por el cúmulo de vivencias, de reflexiones que la vida nos da. Todos necesitamos expresarlas y compartirlas. Es necesario utilizar el lenguaje para trasmitir aquello que sentimos, eligiendo la palabra precisa y también el gesto apropiado, así como ofrecer la mirada oportuna y procurar sacar la sonrisa al otro que camina junto a ti o se cruza en tu vida. Esta es otra manera de entender la vida. A pesar de los pesares, de que no se llegue a final de mes con el salario que se gana, y de que el trabajo ocupe todo el tiempo. A pesar de que la salud es un préstamo que se acaba con el tiempo, y vengan los ‘achaques’ de las enfermedades. Esto es la verdad de la vida. Todos tenemos herramientas para utilizar; de cada uno depende darles buen uso.
He aprendido de Marta su capacidad de valorar la vida, porque es ejemplo de cómo hay que asumir las adversidades para superarlas, dándole a la situación un giro y una visión nueva. Para ella, todo el tiempo se hace presente. El pasado es la memoria que da vida a los recuerdos que tienen presentes las enseñanzas de los seres queridos que no están. La ausencia desaparece. El futuro es cada día que amanece.
La poesía ha sido desterrada a lo más recóndito de nuestro espíritu. Pero Marta es sabedora que la poesía es necesaria y útil para la vida, para aprender a vivir. Porque la poesía nos enseña a reflexionar, a pensar y a tomar las decisiones importantes que determinan el curso de nuestras vidas. Me refiero a esas decisiones que hay tomarlas con el corazón, con sentimientos y en caliente, porque fríamente no son válidas.
Ha descubierto que la poesía es muy humana, tan humana que muestra las grandezas y las debilidades del ser humano. Pero tiene la capacidad de hacernos trascender, porque en esos instantes de duda, de agonía, nos muestra las respuestas para que la vida continúe y que siga teniendo sentido.
La poesía es tan necesaria para el ser humano que debemos ir a su encuentro para que nos guíe. Nuestra filosofa María Zambrano descubrió el lugar donde habita la poesía, ese lugar son las entrañas del ser humano, y nos dice: “Y así la poesía habitará como verdadera intermediaría entre el oscuro mundo infernal y el de la luz, donde las formas aparecen”.