Las razones del corazón

Cuando la razón se calla, porque no alcanza a saber de las emociones, el corazón habla. Acudimos a él para expresar los hondos sentimientos y las grandes verdades. El científico y fi­ló­sofo francés Blai­se Pas­cal, nos lo asevera con estas palabras: “El corazón tiene razones que la razón ig­nora”.

Es en nuestra cultura donde el corazón adquiere mayor relevancia, porque se utiliza al corazón como metáfora. La metáfora es un recurso literario que utilizan los poetas para expresar lo inefable;  es la única forma para que ciertas realidades inabarcables por la razón, se hagan visibles ante nuestros ojos. La pensadora veleña María Zambrano, dice de la metáfora del corazón que es también la supervivencia de algo anterior al pensamiento, huella de un tiempo sagrado. 

Nuestro corazón, por lo tanto, es la cavidad donde se albergan los sentimientos, que están por encima de los juicios y de lo que puede explicarse. También el corazón es símbolo de las entrañas, y en él reside la nobleza, de ahí el dicho popular de “puedes tener malas entrañas, pero no corazón”; refiriéndose a que carece de nobleza esa persona. 

María Zambrano nos dice también que el corazón como cavidad cerrada es la sede de la intimidad, que con suprema nobleza puede abrirse como un ofrecimiento. (...) Que al ofrecerse no es para salir de sí mismo, sino para adentrarse en él lo que vaga fuera. 

El corazón es el único órgano de nuestro cuerpo que se hace oír, porque tiene ese ritmo musical para expresar su estado de ánimo: alegría, pena, enojo, los sentimientos de amor y odio… Los románticos son conocedores de sus pesares y de sus he­ridas. Y las heridas del corazón son lentas, a veces de imposible curación, porque están vivas y, por ellas mana una gota de sangre que impide su cicatrización. El corazón hace sentir su pesar, que se compara al peso del universo entero. Porque su pesadumbre es como si le pesara la vida; un pesar que no deja vivir.

Pero, también el corazón es una cavidad honda y profunda, por ello, todo proviene de su interior. Lo profundo es una llamada amorosa. Ahí, en lo hondo de nuestro corazón arde una llama que sirve de guía, porque se encuentran las grandes verdades que son certidumbres. Esta llama no arde como fuego, sino como antorcha que ilumina para salir de imposibles dificultades, luz suave que da consuelo.

Estas son algunas de las razones del corazón, la más importante de todas es el amor. Porque como María Zambrano nos dice: “El amor es el que atrae el devenir de la historia que corre en su busca. Lo que no conocemos y nos llama a conocer. Ese fuego sin fin que alienta en el secreto de toda vida. Lo que unifica con el vuelo de un trascender vida y muerte, como simple momento de un amor que renace siempre de sí mismo. Lo más escondido de la divinidad; lo inaccesible que desciende a toda hora”.