Adornar una estrella es pecado
No a todo el que escribe poesía
puede llamársele poeta.
Ser poeta no es medir los versos uno a uno
hasta conseguir una métrica perfecta.
No se trata de adornar los sentimientos,
ya tienen luz propia las estrellas.
Ser poeta no es un título,
no es un premio al que acaba la carrera.
Ser poeta es un don, una gracia, una suerte,
es todo aquello que tiene Magdalena.
Ser poeta es llegar a mucha gente
escribiendo de amor, de alegrías o tristezas,
es olvidar la realidad por un momento
y hacer feliz a todo el que lo lea
con los mismos sentimientos y emociones
que tuviera al escribirlos el poeta.
Para hacer más llevadero el día a día
hay que aparcar a un lado los problemas
y dejar que nos susurren al oído.
Hacen falta más personas como ella.
Y… ¡Qué alegría compartir sus aficiones!
¡Qué bonito hablar la misma lengua!
¡Qué importante tener las cosas claras!
¡Qué suerte escucharla tan de cerca!
De su mano viajamos a otro mundo,
en sus labios la vida parece ¡tan perfecta!
su voz es música para los oídos,
paz y armonía su presencia,
su verso es real como la vida misma,
su mensaje, la llave que abre tantas puertas.
Salimos con el corazón recolocado,
pusimos en su sitio la cabeza,
tuvimos a flor de piel los sentimientos,
pasó el tiempo sin apenas darnos cuenta.
Y si un día la vida o el destino
nos vuelve a poner los pies sobre la tierra,
entonces abriremos al azar sus “Instrucciones”
y será como estar otra vez delante de ella.
Oír sus poemas en las redes
y disfrutar cara a cara su presencia
a mí, un día me animaron a escribir
y hoy me ayudan a seguir en esta empresa.