¡Qué grande la Noche del Vino!
¡Qué alegría los años que pudimos
celebrar esta fiesta allí en la plaza!
La primera y la mejor de la comarca.
¡La más grande, la sin par Noche del Vino!
Ya está el campo vestido de esperanza
y las cepas preñadas de racimos.
Ya va oliendo el pueblo al mejor vino,
pero aún sigue en silencio hoy la plaza.
¡Cómo cambia la vida en un momento!
Hoy el virus, es el que rige los destinos
y ha callado hasta el quejío del flamenco.
Los corazones le dedican sus latidos
a la muerte, al dolor y al sufrimiento.
Este miedo no se olvida con un vino.
El día a día es un completo sinsentido,
las costumbres han cambiao de tal manera
que no podemos abrazar a los que llegan
ni compartir unas copas con amigos.
No hubo fiesta ni migas recién hechas,
ni se dio la bienvenida con un vino,
no emocionó el flamenco en el cortijo
que este año, no está el cuerpo para fiestas.
Vivimos asustados, cohibidos,
el mañana seguirá siendo sorpresa.
No fue posible celebrar Noche del Vino
pero si improvisar en la bodega
un brindis porque aún seguimos vivos
y disfrutar con los artistas de la tierra.
Cabe esta Noche del Vino en un soneto.
Aun siendo esta noche la más larga,
ha sido este año la más triste y más amarga
pues se fue, cuando acabaron estos versos.
Nunca guardó la fiesta más silencio,
jamás tuvimos la vida enmascarada,
nunca estuvieron las guitarras tan calladas
¡Qué triste la Noche del Vino sin flamenco!
¡Sin poder celebrar los reencuentros,
sin compartir un buen vino y una tapa,
sin demostrar la alegría con dos besos!
El miedo ha llegado hasta la plaza
mas, no hay nada que no se borre con el tiempo.
Este virus como la uva: un día vino y otro pasa.